Fraccionamiento de la familia taurina venezolana |
Habiendo concluido el ritual de dar vistazo diario a la prensa, en este caso local y dominical, no deja de llamar la atención que en el diario fronterizo la primera de sus páginas dedicada a Deportes la copa la Tauromaquia, en tanto que la de Arte y Gastronomía, solamente se dedica al buen comer. Uno podría argüir ad náuseam que la gastronomía es un Arte, pero pocos podría negar con sensatez que a esta última categoría pertenece de manera indiscutible el Arte de Cúchares. Con esto quiero decir que quizás sería más juicioso combinar Arte y Tauromaquia y, como la ligazón entre Deportes y Gastronomía no es fácil y pudiera lucir hasta antinómica, dejamos al buen criterio de los responsables del periódico como resolver ese asunto.
Lo que si deberíamos evitar a toda costa es que las noticias
sobre tauromaquia puedan aparecer un día en las páginas de Sucesos. Día que no
perece muy lejano, a juzgar por las verdaderas dentelladas sangrientas que
asestamos reiteradamente a compañeros de ruta taurina, a quienes restregamos el
dedo en la llaga cuando cometen errores, sin el más mínimo ánimo constructivo de hacer algún aporte para encontrar los modos y maneras de evitarlos en
el futuro, salvo la cantinela para
sustituir los pecadores de turno, sin tratar de contribuir a erradicar
de raíz el pecado.
No deja de causar cierta tristeza observar, como un verdadero icono tradicional de la comunidad taurina nacional e
internacional, cuyos conocimientos de la Fiesta Brava son verdaderamente
enciclopédicos, se preste, a umbrales del ocaso en su destacada trayectoria, a efectuar
públicas insinuaciones, sustentadas en el aire, sobre supuestos afanes de ganar
favores o actitudes falaces y demagógicas con los que se pretende empañar la diáfana actuación de la Comisión
Taurina Municipal, cuya impetuosidad más
bien ingenua la lleva ciertamente a cometer excesos, pero sin trastienda alguna
y a la vista de todos. Cuán difícil es, hasta para taurinos de tanta vitola,
hacer comentarios acertados a distancia,
sin haber tenido la plena vivencia de
los festejos feriales.
Pasando página, quisiera dedicar un par de párrafos al
fraccionamiento de la familia taurina venezolana. Cronológicamente, el
asociativismo taurino organizado surgió
hace unos años con el Círculo Bienvenida de raíz española, pero que ya cuenta
con un entramado en varios países de la América taurina; luego montó tienda aparte la Asociación Taurina de Mérida, escisión del
anterior, del cual se separó por razones que sería prolijo enumerar, y cuya
dirigencia es netamente criolla. Posteriormente, también derivación del mismo tronco, la
Fundación Girón, cuya nombre de emblemática venezolanidad, exalta los valores
de la cultura tauromáquica, bajo el manto de nuestra primera y de más abolengo dinastía torera nacional.
El reto que se plantea
a los aficionados venezolanos es, ni más
ni menos, la unión de la familia taurina
venezolana, actualmente parcelada en tres
pedazos. La reunión debería cumplirse además de manera institucionalizada, de
forma tal que permanezca inmune a eventuales altibajos emocionales de los
dirigentes.
La integración de las parcelas cuya constitución es criolla empezando
por la cabeza, no parecería tan difícil,
puesto que aparte de la afición a la tauromaquia, los identifica una común
idiosincrasia.
Pero la reunión con la
que resta, tronco primigenio pero cuya
derivación criolla arranca sólo del segundo peldaño, reviste mucha más
complejidad. Al CB hay que reconocerle, pésele a quién le pese, su indiscutible
aporte al mejoramiento de nuestra torería nacional, el cual debería continuar y
ampliarse, independientemente de los arreglos institucionales a que se pueda llegar. Parecería ser que para el Círculo la unificación significa dar la Bienvenida a los
disidentes, siempre y cuando pasen, contritos
y agradecidos, por las horcas caudinas
del regreso a la institución de la cual
se separaron. La unificación concebida
en tales términos luce lejana y al existir el matiz de subordinación al
exterior, se torna inaceptable para muchos.
También es difícil pero no imposible con la buena voluntad de
todos, la armonización de posiciones en
el seno de un mecanismo, cuya suprema dirigencia integrada por miembros de las
tres parcelas, pueda actuar con absoluta
libertad de la manera que estime más conveniente, para la promoción y defensa
de la Fiesta Brava en Venezuela, en pie de igualdad, con las necesarias
relaciones externas, y sin que ninguna
de ellas se considere primera entre iguales.
Por lo pronto, mientras llega tal día, si es que llega, se
debería al menos lograr un pacto de caballeros que incluya la no agresión, coordinación y apoyo
entre las tres instituciones, para que no se entorpezcan mutuamente en su accionar y mucho menos
entren en contradicción en sus labores.
¿Sería mucho pedir en estos tiempos, cuando el aire
enrarecido presagia que arreciarán rayos y centellas contra nuestra Fiesta Brava?
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