Hasta un gran poeta de la generación del 27, Gerardo Diego, le dedicaba un libro: «El Cordobés dilucidado y vuelta del peregrino» (1966), con mucho humor y gran dominio de la rima.
Gerardo Diego fue, sin duda, el más aficionado de todos los poetas del 27,
el que mejor conocía la técnica y la historia de la Tauromaquia, el
único que le dedicó un libro completo y ordenado, «La suerte o la
muerte».
Este es el comienzo del poema que dedicó a Manuel Benítez:
«EL CORDOBÉS», DILUCIDADO
¿lo ves?,
¿no lo ves? –
no es lo que es,
es lo que no es.
«El Cordobés» es un estratega
y de tanto como se entrega
y se arrima
las balas le pasan por encima.
«El Cordobés»
es el toreo al revés
y es el mechón de través
y la muleta rabieta veleta
pero sujeta
derecha, izquierda – a la escondida rima
que de eco en eco canta y se aproxima.
«El Cordobés»
es el bordón reñido con la prima
y la mecánica muñeca
que tuerce y quiebra la embestida seca.
«El Cordobés»
es el toreo en inglés,
en danés
y en pequinés
y en volapuk y sin mover los pies.
¿Si no te quitas tú te quita el toro?
A «El Cordobés» el toro no le quita...
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