Corta una oreja, al igual que El Juli y Luque, con una buena corrida de Victoriano del Río
«¡Quién hubiera tal ventura / en la Plaza de Valencia /
de sentir el caloret / que se inventó la alcaldesa! / Hay pancartas
catalanas / en la Plaza, que está llena: / piden que vuelvan los toros /
a esa hermosa tierra / aunque no quiera Artur Mas / y se empeñen los de
Esquerra. / Los toros de Victoriano / han tenido gran nobleza. / Los tres diestros han cortado, / cada uno, una oreja. / Morante ofrece dos caras/ opuestas de la moneda: / nos indigna y nos deslumbra, / así es el de La Puebla. / El Juli, con gran oficio,
/ todas las tardes se entrega. / Daniel Luque se ha dejado / la puerta
grande entreabierta. / ¡Qué nostalgia del brasero! / Más que Feria de Valencia, / éstas parecen las Fallas / de la lejana Siberia / pero el arte del toreo / nos emociona y calienta».
No puedo yo más que confirmar el diagnóstico poético.
El primer toro ha salido fuerte, brusco. Un compañero canturrea el
viejo anuncio: «Se hace el amo de la pista...» Le pegan la tercera vara
aunque el presidente ya había cambiado el tercio. Cunde el pánico, en
banderillas. Morante ni lo intenta,
se inhibe por completo. Una culta vecina recuerda un verso: «Me gusta
cuando callas porque estás como ausente...» pero Neruda no hablaba de un
torero. (Éste, desde luego, no es el tipo de toro que vienen de matar
en las plazas mexicanas). El cuarto es más chico, abrochado de pitones.
Morante se alivia, echando el capote arriba. Parece que no vamos a ver
nada. Del segundo puyazo sale con las fuerzas justas y el diestro le
endilga, de pronto, cuatro verónicas a cámara lenta.
La gente pega saltos. La faena rebosa estética y personalidad: ayudados
por alto, derechazos de mano baja, un natural larguísimo, un afarolado,
molinetes... Un verdadero artista, cuando el toro se lo permite y él quiere. Aunque mata a la segunda, corta la oreja.
Aguanta parones
El segundo toro embiste con nobleza. El Juli muestra su habitual oficio y voluntad,
con el público muy a favor, aunque la faena no resulta limpia. Cuando
la res se apaga, aguanta parones, metido entre los pitones. También es
bueno el quinto, que flaquea un poco. Julián vuelve a hacer el esfuerzo, se pelea con el toro pero no acaba de sentirse a gusto. Recurre a las manoletinas y acaba arrancando la oreja.
Daniel Luque concluyó la anterior temporada, ¡por fin!, con triunfos rotundos. Esta tarde, con dos buenos toros, roza la puerta grande... pero no la consigue. En el tercero, torea mucho y muy bien con el capote. A la faena, con buenos pasajes, le falta unidad, ha sobrado un quite y algunos estatuarios. Remonta con las luquinas finales, cambiando de mano la muleta: una oreja. En el último, buscando la segunda oreja, da muchos muletazos pero le falta reposo. Otra vez será.
La gente sale hablando del frío... y de Morante. Es lógico.
El arte –decía Valle-Inclán– nos permite pasar el invierno.
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