Valencia enloqueció con el ejemplo de superación del de Foios, que regresó a su tierra 21 años después
Enrique Ponce cortó una oreja en el 25 aniversario de su alternativa, mientras que Manzanares se fue de vacío por culpa de la espada
Jorge CasalsFotos de Arjona
La plaza de toros de Valencia volvió a rugir con El Soro como en sus mejores tiempos. La afición enloqueció con su torero, que se topó con el toro soñado de Juan Pedro Domecq para tan esperada reaparición, después de su última tarde en esta plaza hace 21 años. Fue sin duda la faena soñada, todo le salió perfecto al de Foios, que toreó a la verónica de salida yéndose a los medios y rematando con una media muy torera. Llevó él mismo el toro al caballo e incluso quitó por chicuelinas y navarras. Clavó tres pares de banderillas, ganándole muy bien la cara al toro, uno de ellos, el que él mismo bautizó como el del Miguelete, un par al violín al quiebro.

El Soro recibió a su segundo a porta gayola sentado en una silla en un alarde de esa raza que siempre le caracterizó. Limpia salió la larga cambiada. Toreó El Soro después intercalando verónicas y chicuelinas. Conmocionó a Valencia en el tercio de banderillas. Catarsis sorista como en los mejores tiempos, con dos pares de banderillas al remolino, el par que él mismo inventó. Pareció un milagro ver al Soro dar vueltas sobre si mismo y clavando en lo alto ganando muy bien la cara. Invitó a Montoliu, que dejó un gran par saliendo andando de la cara. La plaza en pie gritaba ¡Soro, Soro!. Brindó a Ponce y Manzanares. El toro, descastado y sin fondo alguno, se quedó muy parado en la muleta y no se lo puso fácil a Vicente, que lo intentó con mucho corazón. Se tiró a matar saliendo trompicado del encuentro. El toro lo pisoteó en el suelo viviéndose momentos angustiosos. Tuvo que descabellar. La plaza en pie y enloquecida pidió al unísono la oreja, que no quiso conceder el presidente. Dio dos vueltas al ruedo clamorosas.
Al finalizar el festejo, El Soro fue paseado a hombros por el ruedo. La gente, emocionada con el torero, lo alzó en hombros al llegar al patio de cuadrillas y se lo llevó envuelto en una gran nube de partidarios.
PONCE, OREJA EN SU 25 ANIVERSARIO
Enrique Ponce escuchó una fuerte ovación de su público antes de que saliese su toro. Hoy se cumnplen 25 años de su alternativa en esta misma plaza. El segundo fue una lámina de toro, de impecable presentación y armónicas hechuras, y además, embistió muy bien y con transmisión. Ponce toreó con mucho gusto y empaque en una faena en la que supo entender y potenciar las virtudes del juampedro. Dejó una tanda de naturales largos que tuvieron categoría. Mató de una estocada algo caída y trasera pero de rápido efecto. Oreja.

Bonito fue el jabonero sobrero, que tuvo nobleza pero al que le faltó fondo y raza. Duro poco, pero lo aprovechó Manzanares en una faena en la que hubo pasajes de mucho empaque. Soberbios sobre todo, los pases de pecho, largos. Se metió entre los pitones al final de la faena, que abrochó con circulares. No estuvo acertado con la espada, pinchando en varias ocasiones antes de amarrar una buena estocada.
Muy templado y por momentos despacio toreó Manzanares al sexto, un toro manejable que adoleció de raza y entrega, pero que le sirvió al alicantino para dejar momentos muy sentidos. Supo administrar muy bien los tiempos y le dio la distancia necesaria al toro para aprovechar su inercia. La espada le hizo guardia perdiendo los trofeos. Frente a este toro lució en banderillas Curro Javier, con dos soberbios pares de gran mérito, con el toro muy cerrado y esperando. Mereció desmonterarse.

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