El novillero madrileño Carlos Ochoa resulta triunfador en una tarde de sol, bravura y toreo del bueno
Luis Pasero, de Toledo y el mexicano Mariano Sescosse, finalistas que también recibirán como premio actuar en plazas de la provincia
El gran juego de las vacas de la ganadería zamorana
"Santa María de los Caballeros" puso los mimbres para el triunfo en
la bella plaza de Toro
Una tarde “de las que hacen afición” la vivida en la centenaria
plaza de toros de Toro, donde se celebraba la final del “IV Bolsín Tierras de
Zamora”, certamen con el que la organización pretende ofrecer una oportunidad
pública a los jóvenes novilleros, dinamizar la afición en las distintas
localidades en las que se celebra, y dar a conocer el nombre de Zamora,
provincia eminentemente taurina, en la que el pasado año se celebraron según
los datos de la Junta de Castilla y León 278 festejos.
Un sol que hizo su aparición a las cinco en punto, en el
momento en el que el “chulo de toriles” daba suelta a la negra, bragada, meana,
axiblanca y gargantilla, que casualmente tenia por nombre “Luminosa” cuya clase
y embestidas, hacían brillar la ilusión en las caras de los actuantes y del
público.
Diez novilleros de distintas localidades españolas, Quito
y Zacatecas, se midieron entre sí frente a eralas y utreras de la ganadería
“Santa María de los Caballeros”, procedencia Domecq por la vía de “La Campana”
y que pastan en Fuentelapeña, localidad zamorana muy taurina. Extraordinaria
presentación de todas ellas, astifinas, de variado pelaje, con clase y buen
comportamiento ante el caballo al que fueron puestas al menos en tres ocasiones
cada una por los novilleros actuantes. Un picador, el tordesillano Javier
Bastida, sobresaliente en su actuación, picando como decían los antiguos “en el
sitio que el arte exige” citando de lejos, tirando el palo, delantero y arriba.
Triunfador por unanimidad
Entre los espectadores que presenciaron el gran tentadero
final, existía unanimidad de que Carlos Ochoa, iba a ser merecedor del triunfo.
El madrileño, encontró “la horma de su zapato” en una vaca de excelente calidad
y que no la desaprovechó, haciendo el toreo puro y largo, de muchos quilates
con el que los aficionado vibran en los tendidos.
Por detrás de él en el veredicto, tanto de los
aficionados como del jurado estaba el nombre de Luís Pasero, el joven de
Casarrubio del Monte, que puso el alma en cada muletazo que daba.
Más complicada la decisión estaba para determinar el
tercer puesto pues eran varios los nombres de la tarde, merecedores de ello. Al
final, por unánime votación, recayó en el mexicano de Zacatecas, Mariano
Sescossetras mostrar su corte de torero puro con esos aires propios del país
hermano de México, sobre los que cimentó una buena actuación en el coso
toresano.
La final de esta cuarta edición no solo será recordada
por una actuación tan redonda de principio a fin de Carlos Ochoa, sino también
por la excelente nota de bravura y “embestidas enclasadas” de las vacas de
“Santa Maria de los Caballeros”. Sin toro no hay Fiesta, y en esta ocasión la
ganadería que pasta en Fuentelapeña contribuyó de forma destacada a una final
de lujo, a la que se unió pese a las previsiones en contra, un radiante sol que
iluminó las ilusiones de los novilleros y las ganas de toros entre los
espectadores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario