domingo, 17 de mayo de 2015

Ginés Marín corta una oreja en su debut en Sevilla

La sosería del envío de Ricardo Gallardo se alió con el escaso sentido de la escena y el cómputo del tiempo de la terna de debutantes brindando un espectáculo largo, plomizo y de escaso contenido, remendado a duras penas por la faena entregada de Ginés Marín al más que potable quinto.

El novillero francés Clemente fue el encargado de abrir la tarde con un ejemplar terciadito, tardo y reservón que le permitió mostrarse firme y resuelto pero poco brillante. La movilidad engañosa del novillo no le dejó entregarse en la muleta del torero galo, que apuró sus últimas embestidas sin lograr elevar el tono de un trasteo esforzado, trabajoso y muy apoyado en la voz.

Con el cuarto, ayuno de fuerzas pero de noble embestida, se mostró más compuesto que profundo en una labor pulcra y superficial que volvió a abusar del reloj y la paciencia del público.

La bisagra del cartel era el extremeño Ginés Marín, un valor en trance de eclosión definitiva que se enfrentó a un segundo tan manejable cómo soso, que tampoco estuvo sobrado de clase y al que toreó con suficiencia y exceso de metraje.

Con el quinto, que rompió en el último tercio, mejoró en el trazo, la forma y el fondo en una faena variada, entregada y meramente entretenida que le sirvió para cortar la única oreja de la tarde.
El tercero fue un jabonero tardo, blando, reservón y de escaso recorrido que sólo permitió a Varea -debutante cómo sus compañeros- mostrar firmeza pero escaso sentido de la medida del tiempo y de la escena.

Con el sexto, un punto bruto, enseñó su buen concepto con escaso rendimiento.

Ficha

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