domingo, 10 de mayo de 2015

Un «Agitador» que galopa en Las Ventas

Primer fin de semana de la Feria: buena entrada con un cartel que, fuera del abono, no la tendría. A pesar de los buenos toros de Fuente Ymbro, los diestros, que manejan mal la espada, sólo escuchan seis silencios. Lo mejor de la tarde es un segundo toro excepcional, para el que se pide la vuelta al ruedo: «Agitador», ensabanado, de 515 kilos, que galopa con una alegría muy rara de ver.

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El Payo, por chicuelinas

La ganadería de Fuente Ymbro ha lidiado este año una buena corrida en Fallas y otra, excelente, en la Feria de Abril. A pesar de eso –o, quizás, por eso mismo– las figuras no se apuntan a ella. Dentro de la línea Domecq, tiene fama de encastada. Los de esta tarde, bien presentados, resultan nobles y manejables en conjunto, aunque el cuarto se para y los dos últimos acusan falta de fuerza.

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Paco Ureña, en un derechazo

César Jiménez, de Fuenlabrada –como El Fundi–, sabe ya lo que es abrir esta Puerta Grande nada menos que cuatro veces (dos, consecutivas, en el 2006). Ya pasa de los treinta años y compagina su actividad como torero con la de apoderado y empresario taurino. Parece estar en la etapa final de su carrera. El primer toro mansea al comienzo pero luego resulta muy manejable, aunque acaba rajándose. Con buen oficio y su habitual compostura, el diestro lo sujeta y logra algún natural suave, con escasa emoción. Mata con facilidad. El cuarto sale coceando del caballo, queda reservón, muy parado. César ha de insistir mucho para que embista, el trasteo resulta premioso y la gente se impacienta. El final no feliz es un sablazo caído y perpendicular. 

efe
César Jiménez, genuflexo con el toro

Hermosa suerte de varas

Paco Ureña, de Lorca (Murcia), que también ha cumplido los treinta, ha tardado en madurar. Hace un par de años, una actuación suya en Las Ventas suscitó el interés de los aficionados y de la casa Chopera, que lo apoderan. A pesar de haber sufrido algunos percances, que han frenado su carrera, se le espera con interés. Tiene esta tarde la suerte (o la desgracia, recuérdese la famosa frase de Juan Belmonte a un torero: «¡Dios te libre de un toro bravo!») de que le corresponda el precioso ensabanado «Agitador», que da un juego excepcional. ¡Qué alegría ver galopar a un toro! Sólo tiene el defecto de escarbar: algo que, según don Álvaro Domecq, es compatible con la bravura (con éste, confirmaría su teoría). Lo colocan de largo y se arranca, pica bien Pedro Iturralde. ¡Qué hermosa es la suerte de varas cuando se realiza bien! Ureña le da distancia y el toro vuelve a galopar: ¡un espectáculo!

efe
Paco Ureña y «Agitador»
 
Por la derecha, el toro se come la muleta; baja algo por la izquierda. El diestro corre la mano con serenidad, liga buenos muletazos, con el defecto habitual de retrasar la pierna contraria (como hacen ahora casi todas las figuras); cuando la faena decae, recurre a manoletinas. Ha estado bien pero... no ha reventado la Plaza, como el toro pedía. Y mata caído. El quinto también va de lejos al caballo, es noble pero flojo. Ureña vuelve a estar correcto pero las caídas deslucen todo; al final, se tapa con valor. Vuelve a matar mal.

 efe 

César Jiménez, con el primero de la tarde

Le pegan mucho

El mexicano Octavio García, El Payo, de Querétaro, actuó por última vez en Las Ventas en el 2012, convaleciente de una grave cornada y lo acusó. Últimamente ha logrado triunfos en su país. Está mejor, sin duda, pero tampoco triunfa. El sobrero castaño va a más, hasta que se raja. Octavio liga vistosos circulares, da muchos muletazos que no calan y mata caído. Al último le pegan mucho en el caballo, da una voltereta y lo acusa mucho. La faena es larga, sin relieve. Con todo respeto, el toro y el toreo mexicano son bastante diferentes al que se aprecia en Las Ventas.

efe
El Payo

En tiempos preelectorales, un «Agitador» que galopa... Nos ha agitado con la emoción que produce un toro bravo: un bellísimo espectáculo.

Postdata. El gran Fermín Espinosa, Armillita, cortó un rabo en Sevilla, en 1945, sin dar naturales ni derechazos. Era un toro manso y gazapón, que brindó a Belmonte: lo lidió, lo dominó, le pegó un espadazo y los sevillanos le otorgaron los máximos trofeos. Una faena así, ¿la sabría apreciar el público de hoy?

Ficha de la corrida

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