CAPÍTULO VI
“Un
torero no es un payaso, ni un actor bufo y mucho menos lo es un
caballero tauromáquico, porque estos representan a los antiguos
caballeros, que por su origen, deben asumir la responsabilidad moral que
les corresponde”
Publicado por: Hassan González Sosa
Autor: Don José Santos Alonso
Autor: Don José Santos Alonso
En
contrapunto, el rejoneo de verdad es el que se hace siguiendo las
normas del buen torear, es decir, mandando sobre las cabalgaduras,
colocando los toros, dejándose ver de estos, caminándoles, aguantando
hasta llegarles a la distancia para hacerles embestir y poder consumar
las suertes rematándolas para demostrar el mando, tanto sobre el caballo
como sobre el toro, así de sencillo, pero al mismo tiempo así de
complicado, complicadísimo para un caballerete que no pueda con los
caballos, que no entienda a los toros o que flaquee delante de estos.
Hay
la misma diferencia entre un rejoneador profesional y un “clava
fierros”, que la que hay entre un matador profesional y un aficionado
práctico. Por lo que para que el rejoneo alcance el nivel profesional
que merece, el público debe por respeto a los valores de la fiesta,
exigir calidad y profesionalismo en los rejoneadores y rechazar a los
improvisados y a los ventajosos.
En
esta cruzada por la dignificación del rejoneo, que es la raíz de la
tauromaquia, los medios de comunicación tienen una responsabilidad que
deben asumir, siempre y cuando estén dispuestos a orientar al público
anteponiendo la verdad al interés mezquino, simplemente poniendo a cada
cual en su lugar y dejar de lado favoritismos.
Puede
parecer intrascendente programar a un “clava fierros” , es decir a un
aficionado en un cartel, sin embargo estos usurpadores hacen mucho daño
al rejoneo, así como las empresas que los contratan, que con la falsa
esperanza de ahorrarse unos pesos, porque es el caso que estos
improvisados personajes o regalan el toro que van a “lidia” o no cobran
sueldo o se contratan por “cuartilla” y los resultados, que
aparentemente son beneficiosos resultan contraproducentes, ya que el
ambicionado ahorro se va al traste por el deprimente espectáculo de los
maletas sin oficio, que más pronto que tarde alejan al público de las
plazas, lo que ocasiona pérdidas a las empresas y desprestigio al
rejoneo y a los rejoneadores, a todo parejos.
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