Magisterio de Enrique Ponce que estoquea tres toros y da una vuelta al ruedo tras fallar con los aceros
Se lidian toros de Teófilo Gómez y Los Encinos para Hermoso de Mendoza, Enrique Ponce, Fermín Rivera y El Payo
APLAUSOS
Hermoso de Mendoza cortó dos orejas y rabo en su segundo,
un toro noble de Los Encinos con el que el navarro pudo torear muy
despacio y desplegar todo su potencial a caballo. Ajustó mucho en el
toreo a dos pistas con Berlín, tanto que en un cambio por los adentros
salió trompicado. Faena a más, en la que conectó muy bien con Dalí, que
batió a la perfección saliendo de las suertes con piruetas que fueron
muy del agrado del público. Excelente el colofón con Pirata, muy metido
en terrenos del toro, para dejar un carrusel de cortas y un par a dos
manos. Mató a la primera de un rejonazo fulminante.

Abrió plaza un toro de Los Encinos que resultó rajado y bajo de raza.
Hermoso de Mendoza tuvo que poner todo de su parte en una labor
meritoria. Sobre Disparate llevó cosida la embestida del toro pero la
falta de codidicia del animal impidió que la faena tuviera ritmo y
continuidad. Sobre Ícaro llegó mucho al toro, clavando al estribo con
facilidad. Finalizó con Pirata en las cortas y la suerte del teléfono
antes de emborronar su actuación con el rejón de muerte y saludar una
ovación.
Enrique Ponce fue aplaudido tras estoquear al segundo, un animal de
Teófilo Gómez que si bien tuvo nobleza, le faltó transmisión, recorrido y
empuje a su embestida. El valenciano, que se gustó en un buen quite por
chicuelinas, trató con suavidad al toro en la media altura, sin
apretarle, dentro de una faena que tuvo pasajes sueltos de bella factura
sobre la mano derecha pero que careció de emoción. Faena larga del
torero de Chiva mal rematada con los aceros.

Serio, alto y despegado del piso fue su segundo, un toro con mejores
inicios que finales. Entregado el valenciano desde el principio en los
lances a la verónica y los ajustados delantales del quite. El toreo
genuflexo con la mano izquierda sirvió de prólogo a una faena en la que
el temple del torero de Chiva fue la mejor receta para la descompuesta
embestida del toro de Teófilo Gómez. Con la muleta siempre puesta, Ponce
logró ligar los muletazos a un toro sin celo ni entrega. Relajada la
planta por momentos, obligó y gobernó las embestidas antes de un final
con su clásica
poncina. Una media estocada defectuosa impidió que tocara pelo.

Fermín Rivera mostró su buen concepto del toreo en el primero de su
lote en una labor de largo metraje ante un toro noble y con calidad pero
de poca transmisión que le permitió torear con templanza sobre ambos
pitones. Firme, sólido, solvente, aplomado, se gustó por momentos el
diestro azteca en una faena a más y en la que corrió bien la mano. Mató
de una estocada contundente y paseó la primera oreja de la tarde.
El cuarto fue un toro con transmisión, codicia y empuje. El Payo,
aquejado de una gastroenteritis, cuajó una faena con altibajos. Más
templado de mitad en adelante. Una serie al natural ligada, despaciosa y
con la figura desmayada fue superior. Y otros tres, también sobre el
pitón izquierdo -el mejor del toro-, notables. Mató de una media
estocada que le valió una ovación. No salió a estoquear el sexto.
México D.F. (México), domingo 21 de febrero de 2016. Toros de
Teófilo Gómez y
Los Encinos (1º, rajado y desrazado; y 5º, bueno).
Hermoso de Mendoza, ovación con saludos y dos orejas y rabo;
Enrique Ponce, palmas tras aviso, vuelta al ruedo;
Fermín Rivera, oreja;
El Payo, ovación con saludos en el único que estoqueó.
Entrada: 38.000
personas. Se tributó un minuto de aplausos para el matador de toros
Jesús Córdoba. Los cuatro actuantes fueron obligados a saludar.
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