Se lidian toros de Victoriano del Río para Talavante y Roca Rey, mano a mano
MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: JAVIER COMOS
Las tracas y los petardos cercanos al día de San José llegaban a Valencia este jueves de Feria con el primer gran duelo del serial levantino: Alejandro Talavante y Andrés Roca Rey se enfrentaban en mano a mano a un encierro de Victoriano del Río-Toros de Cortés. Víctor Manuel Blázquez ejercía de sobresaliente.
Lanceó Talavante con facilidad la salida boyancona del castaño primero, que sirvió para el quite por tafalleras de Roca Rey. Antes le había pegado dos puyazos perfectamente medidos Manuel Cid, y después le metió el pitón a Santi Acevedo a la salida de un par de banderillas y en un tropiezo del subalterno. Desde el inicio se puso a torear Talavante, siempre colocado, siempre acertado al pulsear las arrancadas y meterlas siempre en el tramo de la muleta que le permitía quedar colocado. Sin aflojar nunca, sacando el valor seco y administrando la técnica para sortear las ásperas oleadas que de vez en cuando le ragalaba el castaño. No se descompuso nunca el extremeño, que epilogó con manoletinas y una estocada tras pinchazo que sirvió para saludar una ovación.
Le costó al negro segundo desplazarse con boyantía en el percal que manejó con mucha soltura Andrés Roca Rey, que no pudo brillar en el saludo capotero. Lo trató con suavidad Iván García en la brega, pero lo avivó Manuel Quinta con el primer puyazo, del que salió con más brío, pero de naja, al igual que en el segundo. Muy manso en banderillas, le cruzó la vista al matador al querer traerlo con el capote, crudo como estaba con dos picotazos. Un auténtico caos sembró el manso en la lidia, con constantes arreones y con un gran Iván García poniendo orden. Fulgurante fue el inicio en los medios, donde esperó Andrés al manso para pasárselo por la barriga, colocarse donde vuelven hasta los mansos y soportar la informalidad a base de seguridad y tragaderas. Por dentro y en tablas terminó el trasteo, soplándole naturales que tomaba el bicho volviendo del revés para que lo esperase el peruano con cambiados de mucho valor. También Andrés terminó con manoletinas un meritorio trasteo, y con una estocada desprendida que restó al premio para quedarse en ovación.
Al hermoso burraco que hizo cuarto le faltó ritmo y desliz en el capote de Talavante para que concluyese el extremeño el saludo bien propuesto a la verónica. Se le quedó bajo la tela a Alejandro en el quite por chicuelinas que tuvo que concluir improvisando una revolera. De infarto fueron las gaoneras con que interpretó el quite Roca Rey, siempre comprometido con la tarde. Al igual que Trujillo con la lidia, dejando dos soberbios pares de banderillas, sufriendo la cara alta con que lo despedía el burraco. Con mucha quietud firmó Talavante el inicio de estatuarios, sin que le subiese el agua de los tobillos con el áspero animal, al que se pasó muy cerca. Casi sin darse importancia, supo Alejandro pisar el sitio de la repetición, tragar la altura de la obediencia y salir de la cara cuando las aristas del burraco dejaban la protesta en el final. Se midió con él Talavante en el final de faena, y consigo mismo, hasta que quedó claro que estaba el hombre por encima del manso y el torero por encima de los arreones. El último, a la hora de matar, con un pitonazo en la corva que dejó el encuentro en un pinchazo. Y el reconocimiento en un silencio que no le hizo justicia.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Valencia. Séptima de la Feria de Fallas. Corrida de toros. Más de tres cuartos de entrada.
Toros de Victoriano del Río (segundo, tercero) y Toros de Cortés (primero), bien presentados.
Bravucón pero con fondo el castaño primero; manso pero emotivo el negro segundo;
Alejandro Talavante (marino y oro): ovación, silencio tras aviso y
Andrés Roca Rey (verde hoja y oro): ovación,
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