domingo, 13 de marzo de 2016

Enrique Ponce: «¿Quién ama más el toro que nosotros?»


El maestro de Chiva ha leído un rotundo y emotivo manifiesto en la multitudinaria movilización taurina 


Cabecera de la manifestación - MIKEL PONCE
ABC.ESValencia

Queridos amigos unidos por el toro,

En primer lugar quiero deciros que como valenciano estoy orgulloso de vosotros, de la afición de mi tierra. Y como valencianos debemos dar la bienvenida a todos los que han venido desde lejos para estar aquí hoy: A mis compañeros, a los ganaderos, a los amigos de bous al carrer, a la afición en general, a todos vosotros.

Hoy es un día para darnos la enhorabuena todos juntos, hoy es un día histórico para la Fiesta, para el toro, para el toreo. Hoy, una vez mas a través de la historia, el pueblo toma las calles, para reivindicar al toro, al toreo, como un bien propio de su forma de vivir, de su cultura. Una cultura que nuestra Constitución ampara, protege y exige fomentar en sus distintos artículos. Gracias a todos por este apoyo incondicional.

Somos fuertes. Y muchos. Y responsables. Lo hemos demostrado hoy aquí. Lo estamos demostrando continuamente con nuestro buen hacer en las plazas de toros y en las calles por las que corren los toros. Somos un ejemplo de civismo para todos. Y por todo ello somos felices y estamos orgullosos de ser aficionados a los toros. ¡Que se entere quien deba enterarse! ¡Que se entere el mundo!

La cultura no es lo que algunos quieren que sea. La cultura es lo que el pueblo quiere que sea. Y por eso el toro y su mundo son cultura, porque el pueblo así lo quiere desde hace miles de años.

Somos españoles con los plenos derechos, somos ciudadanos españoles de estos tiempos, españoles de todas las sensibilidades y tendencias de opinión y de orígenes distintos. Tenemos que decir, gracias, a muchos compañeros de otros países, europeos y latinoamericanos, que hoy están aquí con nosotros defendiendo una pasión común para todos: el toro. Vienen de lugares donde la tauromaquia tiene un reconocimiento y tratamiento de arte, otros han llegado de lugares donde no existe el toro y sin embargo se han quedado prendidos de su belleza y arte: aprendamos de ellos.

Somos, insisto, españoles con derecho a nuestra identidad, a nuestra cultura, con derecho a recordar el buen nombre de nuestros padres y abuelos a los que les gustó la tauromaquia en todas sus expresiones, en la calle y en la plaza e hicieron del toro el símbolo de sus pasiones y nos lo trasmitieron con pasión y amor. Como se trasmite un tesoro.

Somos españoles a los que nos horrorizan las guerras, y la explotación infantil y las desigualdades sociales. Somos mujeres y hombres que lloramos frente a las fosas comunes en las que se han convertido los mares, a los que nos duelen las apreturas de nuestro país, cuestiones todas ellas que precisan urgente y prioritaria atención.

Hagan el favor pues de no utilizarnos como materia de distracción. Por todo ello y por más, no podemos consentir, que ahora por intereses espurios y economicistas, venga nadie a decir que sus pasiones -las de nuestros padres y abuelos- eran perversas o crueles. Ni lo eran ellos ni sus costumbres ni lo somos nosotros. Como no lo fueron, no lo son ahora tampoco, tantos y tantos artistas e intelectuales de reconocimiento universal que se vieron ganados por la belleza y los valores del toreo.

Reivindicamos la Tauromaquia como portadora de valores sociales y humanos de primer orden, como soporte básico y principal de la biodiversidad en nuestro país, 500.000 hectáreas de dehesa se mantienen gracias a la cría del toro bravo

¿Dónde estarían si no esos paraísos, en que incendio hubiesen desaparecido, quien las mantendría? ¿En que fase estaría la desertización de la Península Ibérica?

Reivindicamos la tauromaquia también por su animalismo, que incluye especialmente la defensa del toro como animal único en el planeta y todas las especies que se refugian en su ambiente.

Reivindicamos la tauromaquia como herramienta económica dinamizadora de tantas y tantas ciudades, por su capacidad de crear puestos de trabajo, por los efectos en la fijación en la población rural, por sus aportaciones a las arcas del estado y fundamentalmente porque son raíces de nuestra cultura a las que tenemos derecho a no renunciar.

No pretendemos repudiar a nadie, ni avergonzar a quienes combaten el toreo como pretenden hacer con nosotros, somos gente de paz y concordia, a quien no les guste que no vengan, pero sí exigimos, como es propio de un estado de derecho, la libertad de elegir, de pensar, un tratamiento de igual respecto a otras actividades y artes, tanto en lo que se refiere a aportaciones fiscales como a la promoción. No más, pero tampoco menos. Y por descontado no aceptamos la injuria y el insulto.

El toreo, el toro, va mas allá de ser un hobby o pasatiempo, el toro es un modo de entender la vida, de enfrentarse a la vida con la posibilidad de encontrar la muerte; es una emoción, una elección libre del ser humano.

Por todo eso nos hemos reunido aquí. Hemos reclamado lo nuestro con argumentos, en una exhibición de cordura, con el peso de nuestros sentimientos, con la contundencia de nuestras cifras, con la conciencia plena de confianza de que nos asiste la razón de la ética y la moral.

Y una recomendación amigable: no nos nieguen sin conocernos.

Gracias a todos.

¡Viva el toreo! ¡Viva el toro en la calle!

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