En las puertas de
agosto, el escalafón no se mueve en exceso en lo que hace a la
estadística, hoy por hoy capitaneada de forma destacada por López Simón;
pero tras el paso por Pamplona, con la que culminan las principales
ferias de la mitad inicial de la campaña, cualitativamente si se
advierte la nueva marcha del toreo.
Pero
del horizonte sigue pendiendo una enorme incógnita: cuando un cartel
con Ortega Cano, Morante y Manzanares tan sólo consigue llenar un tercio
del aforo de Benidorm, algo pasa. Y no debe ser bueno. Sobre todo
cuando situaciones como éstas se hacen frecuentes.
La única apuesta segura
Frente a estas
realidades, una sola cosa está comprobada como verdaderamente segura: el
único torero arrollador de los que hoy están en activo se llama José
Tomás. Es cierto que no se prodiga, sino que mantiene unos criterios muy
selectivos de cuando y donde adquiere compromisos. Pero es igualmente
cierto que al conjuro de su nombre, no es ya que sus actuaciones
funcionen bien en la taquilla, es que tiene un efecto locomotora en los
abonos. Ahí están Jerez, Alicante o San Sebastián, por ejemplo.
La
gran pregunta que muchos se hacen es si prodigándose con mayor
frecuencia cambiaría en el signo de las taquillas. Pues probablemente,
no. José Tomás se trabaja ser excepcional; lo es en su toreo, pero lo es
también en sus decisiones. No le interesa sumar festejos, sino sumar
acontecimientos, que son dos conceptos muy distintos. Una forma
diferente de entender el oficio. Y la verdad es que le funciona bien. De
hecho, es al único al que le va esa marcha.
La selección entre los nuevos
Pero si miramos al día
a día de lo hasta ahora ocurrido, se comprueba que las expectativas
levantadas por los nuevos del escalafón no ha ido por ahora de la mano
de una mayor aceptación en la taquilla. Mueven, sí, a muchos
aficionados, pero bastante menos a quienes no están más próximos al
mundo del toro. Quizá cuando se vayan paseando por las ferias que
restan, esta situación se corregirá, por la simple razón de que su
nombre haya llegado a mayores sectores de espectadores de ocasión, que
de forma habitual no están en el día a día del toreo.
Pero
también este factor puede tener causa en que, en realidad, para el gran
públicos los nuevos se centran en sólo dos nombres: López Simón,
prodigándose en muchos carteles –que a lo mejor acaban por resultarte
excesivos: más números que calidad--, y, sobre todo, en Roca Rey, que no
ha perdido ni una sola ocasión para dar su puñetazo encima de la mesa.
Sus
papeles parecen muy diferentes en este momento concreto de la Fiesta. Y
así, mientras a López Simón se le ve un poquito estancado --quizá
resulte excesivo que al “atorado”--, después del gran estirón la campaña
pasada; el torero limeño, en cambio, va en una evidente marcha
ascendente y de progreso, con esa estrategia que sigue del un poco más
cada día.
Roca
Rey, desde luego, de Pamplona ha salido relanzado. Si corona con el
mismo éxito el fuerte puerto de montaña que se llama Bilbao, se queda a
un paso de su consagración definitiva. Pero también Bilbao resultará
importante para López Simón, para dar un caso cualitativo hacia delante,
que vaya más de mantener el liderazgo estadístico. Ambos se juegan
bastante en la capital vizcaína.
Menos
proyección, también en la estadística de las oportunidades, viene
teniendo José Garrido, pese a que oferta valores sólidos. Ni figura tan
bien colocado en los carteles como sus compañeros, ni su paso por las
ferias se la ha dotado de todos los elementos para ponerlo en valor. Y
todo eso tiene un precio.
En cambio, prácticamente no se les ha dado cuartel
alguno al cuarteto de novilleros punteros recién alternativados en
Nimes. Salvo en las plazas en la que por alguna causa tengan intereses
sus apoderados, resulta difícil encontrarles en los carteles. Ni
siquiera Ginés Marín, apadrinado como está por la FIT, o Álvaro Lorenzo,
de la mano de la Casa Lozano. Todo lleva a pensar que para ellos será
un año de toma de contacto con el escalafón superior, a la espera de lo
que puede ocurrir en 2017. Pero en ese año, se cumplirá el refrán: “camarón que se duerma, se lo lleva la corriente”.
Talavante, en ascenso; El Juli, en su sitio
No ya por Pamplona,
sino también al rebufo de las ferias anteriores, Alejandro Talavante se
ha situado en esta emporada en una tendencia marcadamente al alza, en la
que transmite que aún no ha tocado su techo. Especialmente a raíz de
rescatar su libertad, rompiendo con la FIT, estamos viendo a un torero
cada vez con mayor interés. Alejado un tanto de esas originalidades,
que diluían su capacidad para hacer el toreo auténtico, Talavante es hoy
uno de los toreros al que con mayor interés sigue el aficionado,
precisamente por su forma de realizar las suertes fundamentales. Su mano
izquierda hace milagros.
En
plenitud de su poderío, con la cura benéfica que le ha supuesto
alejarse del siempre cambiante mundo de los entresijos taurinos, “El
Juli” ha serenado su trayectoria y, pese a que Madrid no le fue
favorable, mantiene un nivel importante; es muy difícil que un toreo se
le escape. Su faena a un toro de Victoriano del Rio en Pamplona, es de
recordar, como meses antes ocurrió en Sevilla. Y todo ello, basado en
plazas de primera y en las ferias de relevancia, sin acudir a plazas
menores para cubrir fechas libres.
Como
con nuevas energías tras su paso por la Beneficencia, José Mª
Manzanares ande en el trance de volver por la senda que nunca debió
abandonar. Un poquito cansino ha venido siendo el año de Morante:
demasiado ruido para realidades tan medidas, que rehusó pisar Madrid.
En
su línea de estabilidad, Enrique Ponce, que da la impresión que este
año quiere sumar muchos festejos, aunque sea por los pueblos. Y aún sin
superar su síndrome particular con Sevilla, Sebastián Castella sigue por
su cuenta, en la línea de no dejar tarde de vacío; su problema quizá
sea que sólo brilla cuando está muy bien, cuando las cosas andan un poco
full pierde pie. Pero cuenta con un buen “fondo de armario” que le permite recuperar terreno con facilidad.
¿Marginar a Perera?
No le acompañaron los
“idus de julio” en Pamplona a la hora de matar. Pero en los sanfermines
se ha visto a un Perera muy cuajado, de las veces en las que su toreo ha
tenido mayor hondura y calidad. No se trata, pues, de un valor que haya
que dar casi por amortizado.
Pero
parece evidente que la relación actual de Perera con las principales
empresas no atraviesa por su mejor momento. Desde luego, infinitamente
por debajo de lo que ocurre con sus compañeros de promoción. En el
fondo, todo su panorama ha cambiado desde las incidencias de aquella
vieja polémica entorno a los derechos de imagen y, especialmente, tras
su alineación con el plante a Sevilla.
Tuvo
un momento inmenso, con su paso por Madrid en 2014, truncado luego por
la tremenda cornada de Salamanca al año siguiente. Pero en este año no
le funcionaron las cosas ni Sevilla ni en Madrid. Aunque eso siempre
tenga un coste, no es normal que le haya afectado tanto. Claro que en un
ambiente con tanta competencia como el actual, cuando hay que reservar
puestos fijos a los nuevos, las oportunidades están mas caras. Pero
parece claro: necesita de un revulsivo nuevo, algo así como su sanisidro de 2014.
Lo difícil que se hace moverse en el escalafón
Por más que el moverse
por el escalafón esté tan complicado, los hay que están abriéndose su
propio camino. Un ejemplo: Paco Ureña, que casi desde el anonimato del
paro continuado, hoy aparece como uno de los preferidos por los
aficionados. Su esfuerzo con las corridas duras está siendo reconocido y
su proyección sigue a más. Con la mala suerte que le persigue a Diego
Urdiales, en una campaña que debía ser la de su reafirmación definitiva,
una vez incorporado a carteles con figuras, Ureña está captando a esos
aficionados buscan ante todo la pureza en el arte del toreo.
Por
un camino muy aceptable transitaba también Manuel Escribano, camino
ahora interrumpido sin que se sepa hasta cuando por la tremenda cornada
de Alicante. Y en general, los que se apuntan a las tardes duras
–llámese Rafaelillo, Javier Castaño, etc.-- defienden su territorio: en
esas ocasiones, el oficio marca la diferencia.
Con
una cosa y con otros, los damnificados en el año del cambio, andan en
el riesgo de verse sentados en el banquillo. Toreros que venían teniendo
un sitio en las ferias, ahora andan en números más modestos. La
situación más compleja, sin duda, es la que atraviesa “El Cid”, que ni
en Sevilla ni en Madrid alcanzó a sacarse de encima la losa que lleva
encima. No estuvo en Pamplona, no se anuncia en Santander, Gijón, en las
distintas ferias vascas… Demasiadas fechas en blanco. Pero no viene
siendo distinta la situación de Daniel Luque, que curiosamente no parece
incluido ni en plazas que llevan sus apoderados; está en un complicado
momento, ese del que sólo los toreros con una gran fuerza moral
consiguen superar.
En
cambio, con dificultades y trabajosamente --que nada en este mundo es
fácil--vienen abriéndose camino toreros como Curro Díaz --una puerta
grande en Madrid-- o Morenito de Aranda, por ejemplo. Les costará un
mundo meter la cabeza en las grandes ferias, que además han ido a menos
en numero de espectáculos.
En
una segunda etapa reconocida se mueven David Mora y Jiménez Fortes. La
meritoria recuperación de estos dos toreros no se está viendo defraudada
en las plazas. Y por eso caminan a su ritmo, pero sobre bases seguras,
Por eso, esta segunda parte de la emporada será tan trascendente para
ellos. En otra línea pero con interés, Juan del Álamo. Y subiendo
esperanzadores escalones la nueva versión de Cayetano.
Asumiendo
compromisos serios debieran acabar por colocarse mejor. Menos despejado
tiene el camino Joselito Adame, que tras rehusar por insuficientes los
carteles de Madrid, en las demás ferias tiene que aceptar combinaciones
muy similares si quiere sumar fechas.
Por
lo demás, de Pamplona ha salido muy reconocido el heroico Borja
Jiménez, que ahora tiene sus oportunidades por las plazas sureñas, a la
espera de pillar alguna de las sustituciones del verano, que
lamentablemente las habrá.
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