El jerezano corta un rabo en un festival en el que El Soro, Ponce, Barrera, Rafaelillo, Román y Fernando Beltrán también brillaron para la causa
José Ignacio González
Fotos: @TOROSVALENCIA
Dos orejas para El Soro, que rindió a la plaza tras una mascletà de sorismo incontenido. El primero, de terciada presencia, fue un novillo excelente. Animal a modo para que El Soro pudiera poner toda su tauromaquia en escena. Se fue con una silla a la puerta de chiqueros para recibir al novillo con una larga cambiada de pie. Muy animoso con la capa, quitó por chicuelinas y banderilleó de forma vibrante, especialmente en un par de dentro a afuera y de poder a poder y en un tercero al violín en el que volvió a utilizar la silla. La faena de muleta contó con la nobleza del utrero, que se desplazaba en el engaño, y contó también con la vibración propia del de Foyos, que le dio fiesta al novillo y lo mató al primer intento. Paseó las orejas junto al niño Adrian.
Dos orejas para un incomensurable Enrique Ponce ante el segundo, un novillo de Daniel Ruiz de bonitas hechuras pero que, con poca fuerza y agarradito al piso, no fue fácil de cuajar. Pero Ponce lo cuajó. Magistral actuación del valenciano, todo un prodigio de afición. Con el hambre de un novillero y haciendo gala de una impecable técnica, basó su labor por el lado derecho, ya que por izquierdo se vencía mucho el animal, tal y como demostró desde su salida. Sacó coraje Ponce tras recibir una voltereta por ese lado y acabó pegando pases extraordinarios. El público se puso en pie tras unos circulares. Faena muy larga -llegó a sonar un aviso toreando- coronada con dos o tres poncinas finales perfectas. Mató al segundo intento en la suerte de recibir. Dos orejas tras aviso. Salió con Adrián a saludar.
Dos orejas más logró Vicente Barrera del tercero, con el hierro de Las Ramblas. El valenciano lidió un buen novillo, que se desplazó, tuvo nobleza y sacó profundidad por el pitón derecho. El astado permitió a Valencia saborear de nuevo la personalidad y verticalidad del toreo de un Barrera que anduvo fácil, solvente y con sitio. Faena seria, firme, en la que lo más destacado llegó ligando sobre la mano derecha en un palmo de terreno. Mató de una estocada caída al segundo intento.
Con dos faroles de rodillas y un manojo de verónicas recibió Rafaelillo al cuarto, un ejemplar de Fuente Ymbro que, por volumen, parecía ser un toro. Fue éste un novillo de más a menos en su condición. Embistió con clase y ritmo en las tres primeras tandas, pero comenzó a defenderse al fallarle las fuerzas en las siguientes series. Faena voluntariosa del murciano, de torero hecho, muy técnica y a gusto ante el animal. Pese a pincharlo en un par de ocasiones y emplear el descabello, el público, generoso con la causa, le premió con las dos orejas.
Una oreja paseó Román del quinto, un utrero de El Freixo que por hechuras y conformación de pitones invitaba a torear. Un tacazo. El valenciano toreó templado de capa y el animal mostró su buena condición cuando acertó el torero a dejarle la muleta puesta en la cara y tirar de él. Cuando eso no pasó, no embistió de la misma manera y afloró su mansita condición. El animal sirvió especialmente por el pitón izquierdo, por donde Román cosechó las mayores ovaciones. Falló con los aceros el torero, cuya actuación sirvió también para dejar claro que las banderillas, al menos de momento, no son lo suyo.
Dos orejas y rabo del sexto para Ginés Marín, que estuvo sencillamente cumbre. Vuelta al ruedo en el arrastre para "Violín", número 18, castaño bocidorado, de Domingo Hernández, nacido en febrero de 2013. Marín estuvo perfecto de principio a fin, desde que se abrió de capa a la verónica con gusto, compás y temple, pasando por el alboroto del quite por saltilleras rematado de media y larga, y una faena de muleta que tuvo de todo: desde el relajo y lentitud del toreo al natural, a las brujerías y valor de la apertura con una arrucina de rodillas en los mismos medios, donde prosiguió toreando en redondo de esa guisa. Hubo también adornos como el tres en uno, la trincherilla, el cambio de mano... y un final de faena genuflexo que fue una auténtica delicia. Combinó en todo momento la despaciosidad y el temple del toreo bueno, con la improvisación y la genialidad de un artista con mucho que decir. La estocada, en el sitio y hasta las mismas cintas, precedió a la concesión del rabo y de la vuelta al ruedo para el estupendo animal.
Fernando Beltrán obtuvo un trofeo del séptimo y último novillo del festival, un utrero de Fuente Ymbro manejable, con movilidad pero que no acabó de emplearse. Aún así, novillo con muchas opciones. Lo recibió con originalidad por cordobinas genuflexo antes de estirarse a la verónica. La faena de muleta estuvo presidida por la voluntad y las ganas de agradar. Toreó sobre ambas manos tratando de dejar patente su concepto y personalidad. Dejó una estocada al primer intento pero el efecto tadío de la misma redujo el premio.
Adrián, para finalizar el festejo, fue sacado a hombros por los toreros en una estampa torera y solidaria.
Valencia, sábado 8 de octubre de 2016. Festival a beneficio de la Fundación de Oncohematología Infantil -FOI-. Novillos, por este orden, de Luis Algarra, Daniel Ruiz, Las Ramblas, Fuente Ymbro, El Freixo, Domingo Hernández y Fuente Ymbro. Vuelta al ruedo en el arrastre al 6º, "Violín", número 18, castaño bocidorado, nacido en febrero de 2013, de Domingo Hernández. Vicente Ruiz “El Soro”, dos orejas; Enrique Ponce, dos orejas tras aviso; Vicente Barrera, dos orejas; Rafaelillo, dos orejas tras aviso; Román, oreja; Ginés Marín, dos orejas y rabo; y el novillero Fernando Beltrán, oreja tras aviso. Entrada: Media plaza. El niño Adrián hizo el paseíllo con los toreros actuantes y, tras el mismo, sonó el himno de Valencia y todos fueron obligados a saludar por el público. Al término del festejo, Adrián fue sacado a hombros por los toreros.
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