"Yo soy muy duro para llorar pero ha habido días que no me he podido aguantar. En este tiempo me he dado cuenta de lo que ha pasado tanto David Mora como Manuel Escribano", afirma
José Ignacio Galcerá
Poco
a poco Daniel Luque va recuperando la sonrisa. Apenas un mes y medio
después del grave percance que sufrió en la plaza de toros de Acho,
Lima, el sevillano ha vuelto este jueves a torear. Ha sido en su casa y
frente a una añoja. “Estoy contento, sobre todo por verme cómo
estoy a día de hoy y lo que he recuperado en tan poco tiempo. Las
sensaciones han sido buenas, aun estoy algo limitado porque el nervio me
impide algunos movimientos pero después de ocho días entrenando es para
estar feliz”.
Daniel Luque sufrió una cornada de diez centímetros y la
fractura de peroné de la pierna derecha, sin embargo el mayor problema
está en la afectación del nervio poplíteo externo. “Es el mismo
nervio que tiene afectado Manuel Escribano pero en su caso él tiene un
problema de movimiento hacia abajo y yo hacia arriba”, explica el sevillano antes de detallar. “El nervio estaba muy contraído con la herida pero poco a poco voy recuperándolo”.
Esa recuperación a la que hace referencia el de Gerena se basa en la
estimulación del nervio con una máquina de corriente y ejercicios
específicos de movimiento para que el nervio vaya reaccionando. “Ahora ya puedo levantar alrededor de tres o cuatro centímetros los dedos y también el pie”.
La afectación del nervio le ha llevado a Daniel Luque a vivir en el último mes un verdadero calvario. “Ha
sido muy duro, de verdad, no tengo palabras para describirlo. El
esfuerzo al que nos sometemos los toreros para recuperarnos es inhumano.
Cada tres o cuatro días me pinchaban con cinco y seis agujas
continuamente metiéndolas y sacándolas… la dureza de una recuperación
así sólo la sabe el que lo sufre. Yo soy muy duro para
llorar pero ha habido días que no me he podido aguantar. En este tiempo
me he dado cuenta de lo que ha pasado tanto David Mora como Manuel
Escribano, ahora sí que he sido consciente de que los toreros somos de
otra pasta”, relata antes de explicar otro detalle de la recuperación: “Estoy
recuperando 1 milímetro del nervio cada día y para recuperarlo al 100%
tendré que estar dos años así que si en tres meses recupero la mitad o
un poco más ya será para estar contento”.
La sensación de volver a coger los trastos de torear y, como él mismo dice “de ver pasar y moverse a la becerra” le han llenado de moral para seguir afrontando la recuperación. “Volver a torear ha sido un subidón, en los últimos veinte días he ganado mucho”, señala antes de recordar a una persona clave en todo este proceso. “Me
he encontrado con una persona que tiene unas manos de oro: Manuel, mi
fisioterapeuta. He dado con un profesional que se dedica en cuerpo y
alma a mi recuperación, incluso los días de fiesta. Es aficionado a los
toros y entiende lo que estoy pasando, me está tratando con una ilusión
desmedida”, concluye.
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