El de La Puebla borda el toreo con la zurda y con el capote
LORENA MUÑOZ Jerez
La segunda de la Feria del Caballo repitió un cartel similar al del año pasado además del triunfo de los toreros. De Morante, el nuevo en la terna por José Tomás, fue lo mejor y de más calidad de la tarde. Bordó el toreo de capote en el segundo, con cinco verónicas y un quite por chicuelinas, y sublimó el natural en el quinto en una faena inventada. La terna (con dos orejas cada torero) salió a hombros y el público, que vivió un ambiente festivo, se divirtió y mucho porque vi distintos conceptos del toreo. Eso sí, todo se hizo con mucha parsimonia y retraso. Quince minutos tardó en salir el primero al ruedo. Lo bueno, se hizo esperar.
Cumbre y al ralentí fue el recibo de Morante de la Puebla al segundo. Primero una verónica. Luego otra ganando terreno hacia los medios. Y otra más, templada, alargando la embestida. Hasta cinco.Toreando.Tras un breve picotazo en el caballo, el quite, con cuatro chicuelinas templadas que remató con la media. Ya había arrancado los primeros olés de la tarde y llegó el momento de la muleta. Por alto, en las tablas inició su labor con los toques precisos. Se gustó en los detalles, la trincherilla, un cambio de mano y pulseó la embestida a media altura. Al natural, por donde le costaba más, el cigarrero logró una serie templada pero la faena, firme y decidida, no terminó de romper por la sosería del astado.
A la verónica, dos a pies juntos, fue el recibo del quinto también saliendo hacia el centro del anillo con muchísima naturalidad. El silencio llegó al tendido para escuchar el pasodoble, La Concha flamenca, y la faena cumbre de Morante que puso todo lo que le faltó al toro. Atacó para alargar la corta embestida, citó en corto y de frente al natural, sin atosigar al cuvillo, lleno de torería. Hubo naturales soberbios, con las muñecas sueltas. Y sensacional también en los trincherazos, en los pases de pecho y con los de la firma. La rúbrica para el doble trofeo estuvo en la gran estocada que dejó el cigarrero.
Con su toreo Padilla también logró el triunfo. Fue en el cuarto, un berrendo en negro que salió tras la pausa para regar. Con dos largas de rodillas lo recibió Padilla que se entregó en el galleo del caballo y volvió a lucirse con los palos. De igual forma lo llamó para iniciar con la muleta, pero se llevó un susto cuando lo arrolló. Volvió a ponerse de hinojos y de nuevo cante en la grada de sol. El toro, noble pero flojo, echó el freno y Padilla tiró de recursos con desplante de espaldas incluido que llevó el entusiasmo a los tendidos. Dos orejas tras la eficaz estocada y vuelta al ruedo lenta y parsimoniosa rodeado de niños.
Al que abrió plaza, Padilla lo recibió a la verónica ganando terreno hacia el tercio. Y resolvió el tercio de banderillas con variedad, con un par de dentro hacia afuera y el tercero al violín. La primera serie con la muleta, de rodillas y pegado a tablas, arrancó su pasodoble, habitual sintonía en esta plaza cuando torea el ciclón de Jerez. El Cuvillo repitió en la muleta así que ya de pie se centró en el toreo en redondo. Hubo algunos pases conjuntados con otros que lo fueron menos cuando el toro se fue quedando sin fuerzas y echó la cara arriba con intención de rajarse.
José María Manzanares les acompañó en el triunfo con una oreja de cada toro. Saludó a la verónica al tercero que entró de frente al peto y derribó al picador. Y sin picar se cambió el tercio. Tras una primera tanda con voltereta del astado incluida, Manzanares encontró la distancia para llevar la vibrante embestida con la diestra y se fue ajustando a medida que avanzó la faena. Al natural le costaba repetir así que tuvo que perderle un paso tras cada muletazo. Cuando volvió al toreo en redondo, el toro había ido a menos y le costó seguir el engaño. Hubo una serie final con la zurda antes cuadrar para matar recibiendo. A la segunda dejó la estocada trasera que le sirvió para cortar la oreja.
El que cerró plaza fue protestado de salida pero sirvió y mucho en la muleta para que Manzanares volviera a gustarse con la diestra. Se recreó en los pases de pecho y aprovechó la clara embestida de su oponente. Otra oreja que le abría la puerta grande.
Por cierto, ya que estábamos en Jerez, los trajes de torear de los tres toreros hacen referencia a hermandades de penitencia jerezanas.
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