El murciano hace lo más destacado en una tarde condicionada por el fallo con los aceros; Urdiales saluda dos ovaciones perdiendo un apéndice frente al segundo
Íñigo Crespo
Abrió plaza un toro manejable de Salvador Domecq que no se llegó a entregar pero tuvo nobleza. Buen quite por gaoneras de Paco Ureña, respondido por otro por chicuelinas de Urdiales. El riojano compuso una labor aseada, con muletazos sueltos buenos, concluyendo su labor con una estocada. Saludos tras aviso.
Buen toro el tercero de José Vazquez, que tuvo calidad y embistió con hondura, sobre todo por el lado izquierdo. Diego Urdiales cuajó una faena de buen tono, en la que hubo momentos buenos, destacando los remates y la puesta en escena. Lo más brillante, algunos muletazos por la mano izquerda. Faltó una tanda redonda dentro de un conjunto armonioso que no tuvo remate con el acero. Ovación con saludos.
Silencio tras aviso para Diego Urdiales frente al
quinto, de Victoriano del Rio, que tuvo buenas hechuras y que se movió
descompuesto. Faena tesonera del riojano que quiso atemperar a su
oponente sobre ambas manos. Faena discreta y sin opción de triunfo.
Marró con la espada.
Silenciado Paco Ureña frente al blando segundo de Salvador Domecq, que no tuvo fuerza ni raza. Protestado durante su lidia, el murciano no tuvo opciones y lo tumbó de una estocada. Lo mejor, un manojo de buenos lances con el capote de salida.
Paco Ureña firmó frente al cuarto de José Vazquez una faena de notable pureza y sinceridad. Labor asentada y sólida, compuesta por muletazos de templado trazo que surgieron de uno en uno por la justa raza de un animal que tuvo nobleza pero embistió al paso. Le tuvo que aguantar Ureña con firmeza y determinación. Labor torera del murciano, que llegó al público por su expresión y sabor. Se atascaron los aceros y perdió el premio. Ovación con saludos tras aviso.
Un ejercicio de valentia y convicción cuajó Paco
Ureña frente al sexto, un toro de Victoriano del Rio que tuvo movilidad
pero que desarrolló aspereza durante la lidia. Ureña aprovechó las
primeras arrancadas para cuajar buenos naturales y con el toro más
apagado y a la defensiva atacó con verdad y firmeza. Carácter del
murciano. Estocada desprendida de la que tardó en caer el animal. Oreja
tras aviso.
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