Uno de los temas polémicos del ciclo
Unificar criterios en los Palcos presidenciales es una asignatura pendiente. En Madrid y en todas aquellas plazas que cuentan con ciclos de amplio metraje. Y es que hay que coordinar opiniones diversas en todas las decisiones que hay que tomar desde que se inicia el paseíllo, pero también antes, cuando hay que dar la aprobación a las corridas que deben lidiarse. El empeño de suyo tiene que ser muy complicado, cuando en un sitio y en otro no alcanzan a conseguir una solución equilibrada.
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La
oreja que se concede si pañuelos suficientes o la que se niega --por
ejemplo, a El Fandi-- no se sabe bien por qué motivo; la vuelta al ruedo
a un toro que nadie pidió: que a todos sorprendió, frente a la
premiosidad en ocasiones a la hora de sacar el pañuelo verde.
A este respecto, Juan J. Sánchez en su “Media de remate” de hace unos días, nos explicaba que estábamos ante “una
falta de criterio cuyo principales problemas son el descrédito de Las
Ventas y la injusticia que se comete al tratar de manera diferente
situaciones muy similares. Y lo peor es que no se le ve remedio”.
Pero
conviene tener en cuenta que Madrid no es caso único. Hace tan sólo
unos días hacían balance los presidentes que participaron en el palco
del abono sevillano. Su conclusión no resultaba muy diferente.
En este sentido, en su blogs “Desde el tendido dos”, a propósito de una reunión de la Delegada del Gobierno con los equipos presidenciales, Ignacio Sánchez Mejías escribía:
“Lo
que roza lo esperpéntico es la satisfacción de la Delegada “por la
unidad de criterio que durante la Feria de Abril han demostrado los
presidentes a la hora de ejecutar sus funciones”. Yo suponía que esta
reunión de coordinación era, precisamente para eso, para unificar
criterios que este año han sido dispares. Por poner algún ejemplo, D.
José Luque ha otorgado orejas con bajonazos, eso sí, a petición del
público, cuando Doña Anabel Moreno, con la misma petición o más, las
negaba, precisamente, por no matar por arriba”.
Se ve que se trata de unos de esos problemas estructurales
de los grandes ciclos. Y es que dentro de cada aficionado hay, o debe
haber, un buen aficionado. Y siempre ha sido empeño complicado poner de
acuerdo a dos aficionados.
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