Curro Díaz, David Mora y Borja Jiménez cortan una oreja por coleta en la Feria de San Ignacio
Borja Jiménez - Paloma Aguilar
ANDRÉS AMORÓS
La Feria de Azpeitia atrae a muchos aficionados; coincide con las francesas en la importancia que se da al toro encastado y a la suerte de varas. Preside la corrida el concejal de Bildu (aquí, no se plantean prohibir un espectáculo que posee tan hondas raíces, en el pueblo). El marco de la Plaza es idílico, al lado de un monte verde; a las ventanas de un convento de clausura se asoman las monjitas; además, mantiene sus tradiciones, con las músicas de chistus y gaitas (flautas) que se interpretan.
En el segundo festejo de la Feria, los santacolomas de Ana Romero muestran el interés –y también los problemas– de los toros muy encastados: serios, con movilidad y emoción; varios, aplaudidos de salida y en el arrastre. A cada uno de los diestros le toca un toro más manejable, al que cortan la oreja, y otro, más complicado.
Curro Díaz es el único diestro que repite: ha logrado mayor reconocimiento pero también lo está pagando con percances. En el primero, complicado, solventa la papeleta pero pincha. A su segundo, que tardea, le saca muletazos estéticos, con su reconocida clase, y lo mata bien: oreja.
Vuelve a Azpeitia David Mora, después de su grave cornada. En el segundo, cinqueño, cárdeno claro, saluda, por dos grandes pares, Ángel Otero. El toro repite con emoción. David, aguantando, logra lucidos muletazos y mata con decisión: oreja. Saca naturales, de uno en uno, al quinto, que flaquea y queda corto; la estocada cae baja.
En su primera corrida de la temporada, Borja Jiménez, discípulo de Espartaco, se juega mucho. Recibe de rodillas y se luce con el capote en el tercero, de salida espectacular, que da cabezazos; muletea con una seguridad y técnica superiores a lo poco que torea. Mata regular: oreja. En el último, que se orienta y busca, vuelve a mostrarse solvente y se la juega de verdad; se le nota la inactividad al matar. Merece, sin duda alguna, más contratos. Y los aficionados merecemos ver con más frecuencia toros del encaste Santa Coloma, como éstos, de Ana Romero.
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