Harto
de toros «grandes», de su poca fortuna en los sorteos y de broncas, el
genio sevillano se va por un tiempo y podría regresar con nuevo
apoderado
«Hasta luego», aparecía ayer en el perfil de whatsApp del torero
Morante de la Puebla, genio y figura con el capote - Ignacio Gil
Andrés Amorós
Indiscutiblemente, José Antonio Morante de la Puebla es un gran torero y un personaje muy singular. Como cualquier artista, tiene todo el derecho del mundo a dejar de ejercer en público su profesión, cuando no tenga ilusión, ánimo o, simplemente, ganas. Los aficionados lamentaremos su ausencia de los ruedos y le estaremos reconocidos por las tardes hermosas que nos ha hecho vivir.
Al margen de lo personal, ¿por qué este repentino anuncio? Morante tiene fama de mala suerte, en los toros que sortea. El sábado, en San Sebastián, recibió una fuerte bronca, después de hacer muy poco, en un toro que no valía nada. El público, que acude a verlo con la ilusión de saborear una estética exquisita, se indigna cuando eso no sucede. En Illumbe, este sábado, una señora me preguntaba qué opinaba yo de su actuación y no quedaba contenta por mi respuesta: «¿Es que defiende usted a Morante?» «No, es que ataco a ese toro». Pero, para eso, hay que fijarse en los toros (que él, por otra parte, ha elegido). El domingo, en El Puerto, algo parecido, supongo: Morante se ha cansado de broncas y ha decidido parar. Deseo que sea un arrebato pasajero.
Ahora mismo, Morante es uno de los representantes de ese toreo, concebido como arte, que muy pocos practican. Aunque su estilo sea muy distinto, suele comparársele con Curro Romero y Rafael de Paula. Coincide con los dos en alternar grandes éxitos con fuertes broncas. En todo caso, es capaz de hacerse perdonar todo con unos lances exquisitos porque maneja el capote como ningún torero actual. Además, su personal tauromaquia bebe en fuentes clásicas: Joselito, Juan Belmonte, Rafael el Gallo, Pepín Martín Vázquez… Por eso, interpreta con personalidad suertes que hoy están casi olvidadas y que forman parte de la gran tradición del toreo sevillano.
Ámbito personal
En el ámbito personal, tiene Morante todo el derecho –repito– a llevar su carrera como quiera o a interrumpirla, cuando desee. Otra cosa son las razones que aduce, para tomar esta decisión. Ha repetido muchas veces –lo cree, sin duda– que los toros que actualmente se lidian son demasiado grandes para el toreo artístico que él realiza y del que, ahora mismo, es uno de los escasos representantes. Muchos aficionados lo pondrán en duda. ¿No será, más bien, que se ha cansado de recibir broncas, por no hacer nada, con toros no exageradamente voluminosos pero sí carentes de casta, que son los que él o su equipo han elegido? Naturalmente, a todos nos encanta realizar nuestro trabajo con las máximas facilidades y comodidades pero ser primera figura del toreo implica una exigencia, por parte del público que paga y que exige entrega
Un ejemplo concreto: admira con pasión Morante –y hace muy bien –a Joselito el Gallo, la máxima figura, el rey de los toreros. ¿Cree él que Gallito se hubiera alejado de los ruedos porque los toros eran demasiado grandes o por no estar de acuerdo con la opinión de algunos presidentes? Conviene ser coherente.
Primera figura
No es la primera vez que Morante interrumpe su actividad (ya lo hizo en 2004 y 2007). Espero que ésta no sea la definitiva. Cuando decida volver, la expectación que suscitará –y el dinero que le pagarán– habrán aumentado. El ejemplo de José Tomás está muy próximo; muchos quisieran hacer como él: torear muy poco y ganar mucho. Espero que Morante, cuando vuelva, lo haga con todas las consecuencias y con toda la responsabilidad de la primera figura que es, sin exigir toros más chicos.
¿Por qué creo que va a volver? Porque supongo que este enfado es pasajero. Porque Morante de la Puebla es singular pero no es nada tonto. Porque torear es lo que él sabe hacer mejor que cualquier otra cosa, lo que más llena su vida. Y porque yo, como muchos aficionados, quiero disfrutar con su arte
Mientras tanto, le deseo lo mejor, fuera de los ruedos. Pero espero y deseo que este paréntesis –quizá conveniente, para replantear su carrera– sea breve. Un significativo «hasta luego» aparecía ayer en su perfil de Whatsapp
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