El venezolano salió a hombros junto a Jesús Mejías y Alberto Nicolás
Plaza de toros de Puebla de don Rodrigo. Media entrada. Novillada mixta.
Se lidiaron cuatro utreros de Toros de Mollalta, y dos erales de Alejandro García. Desiguales de presentación y juego los de Mollalta, destacando el magnífico primero, y el buen pitón derecho del segundo. Faltos de entrega y calidad los de Alejandro García.
Jesús Enrique Colombo: dos orejas y rabo y dos orejas y rabo.
Jesús Mejías: oreja y dos orejas y rabo.
El novillero sin picadores Alberto Nicolás: dos orejas y silencio.
Los tres toreros
salieron a hombros junto al mayoral, quien les acompañó en parte de la
vuelta al ruedo, aunque no completa. Gran brega de Marco Galán en el
cuarto.
Jesús Enrique Colombo
cortó nada menos que dos rabos evidenciando que en los tres tercios se
encuentra sobrado con los novillos. A cada uno de sus dos oponentes supo
darle fiesta y planteamiento. Su primero fue un torrente de embestidas
que condujo con vistosidad sin demasiado ajuste, y a su segundo, más
tardo, acertó a dejársela en la cara para ligar los muletazos, primando
la cantidad sobre la calidad. Eso sí, sus dos estocadas fueron de libro,
por eficaces y contundentes, además de bien colocadas.
Jesus Mejías dejó una muy
grata impresión, a pesar de su lógica falta de oficio (era su segundo
paseíllo del año). A sus ganas, presentes toda la tarde, añadió buen
gusto a la hora de manejar ambas telas. A su primero, que tuvo un muy
buen pitón derecho, llegó a esbozarle incluso la poncina, con poca
brillantez, eso sí. Su segundo se empleó menos, al contrario que Mejías,
que volvió a poner todo de su parte. Mató a la primera esta vez, a
diferencia de en su primero.
El novillero sin
picadores Alberto Nicolás se las vio con dos erales en los que
movimiento y calidad no fueron de la mano. Hubo mucho de la primera y no
tanto de la segunda, si bien es cierto que en manos más expertas
podrían haber ofrecido mejor juego, porque cuando acertó a esperar a su
primero, este la tomó muy aceptablemente por abajo; cuando era el
novillo el que tomaba la iniciativa la limpieza no era la misma. Tuvo
mérito pero no demasiado brillo la faena al deslucido sexto, al que
entró a matar hasta en siete ocasiones antes de dejar una entera muy
caída.
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