domingo, 6 de agosto de 2017

Oreja para Ginés y torería de Morante en El Puerto


Con buena entrada en los tendidos, se lidió una deslucida corrida de Núñez del Cuvillo 

Oreja para Ginés y torería de Morante en El PuertoLORENA MUÑOZ Huelva

De Huelva a El Puerto habían pasado veinticuatro horas. Casi los mismos protagonistas. Morante de la Puebla y Núñez del Cuvillo. Cayetano entró por el lesionado Manzanares. El joven Ginés Marín completaba el cartel y fue el único que tocó pelo.
Marín se presentaba en la Plaza Real y estuvo a punto de abrir la puerta grande. Le cortó la oreja al tercero, un cinqueño camino de cumplir los seis, al que recibió con temple a la verónica. El joven torero consiguió meter a «Humoso» en el canasto, aguantando las dudas del toro con lucidos cambios de mano y gustándose en los pases de pecho. Al natural llegaron los mejores momentos de la faena, que abrochó con manoletinas mirando al tendido. La media estocada en buen sitio sirvió para que el toro doblara la manos y llegara el trofeo. Cuando salió el último sonó el fandango entre el público. Marín tenía la oportunidad de redondear su marcador y brindó al público. Pero este jabonero tampoco tuvo clase y salía del muletazo con la cara a media altura. Se empeñó el torero en sacar faena hasta las bernadinas finales. Le pidieron la oreja pero el presidente no la concedió.
Morante meció la embestida a la verónica en el primero, con lentitud y jugando los brazos. Faena plena de naturalidad y detalles, que comenzó con doblones y continuó en los medios con un eve toque de muleta. Luego pasó de todo. Pinchó sin soltar Morante y se echó el toro dos veces y otras dos llegó a levantarse. La faena estaba hecha y la ovación fue más que merecida. El cuarto se lastimó y fue sustituido por un sobrero que pesaba casi cien kilos más que el titular. Había muchas ganas de ver a Morante, que se templó con la diestra y luego al natural y volvió a vaciarse en muletazos cadenciosos. Tras cambiar la espada hubo tiempo para un farol y otra serie con la zurda. Pero se atascó el acero y no pudo ser.
Cayetano recibió con un farol al segundo, que se vino arriba en banderillas, donde la cuadrilla brilló a gran altura. Inició su labor de rodillas, pero el astado se quedó sin fuelle y solo pudo mostrar su disposición. El quinto salió sin mucho brío, pero metió bien la cara en los capotes y el torero se encaminó presto a brindar al público. De hinojos prologó Cayetano, que le buscó las vueltas al soso «Rescoldito». Llegó al tendido con desplantes de rodillas, y de acertar con los aceros, igual le piden la oreja.

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