Antoñito
le colocaba cada tarde unas vendas muy sucias porque decía que daban
buena suerte, hasta que el Pasmo de Triana se llevó una cornada
uan Belmonte, vistiéndose para torear - ABC
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«Yo no soy supersticioso porque da mala suerte». Pues eso... En el toro son muchas las manías y no pocas las supersticiones: colores, colocación de la montera, la manera de doblar un capote... ¡Incluso las vendas!
Así contaba Juan Belmonte esta curiosa anécdota:
«El torero, que contra lo que se cree es un pobre hombre de claudicante voluntad, se halla algo propicio a doblegarse ante todo lo que sirva para darle ánimos; de ahí ese cúmulo de supersticiones que le agobian. Un día, cuando me estaban vistiendo para una corrida, advertí que mi mozo de estoques me colocaba en los pies, antes de las medias rosas, unas vendas no muy limpias. Le dije:
-Antoñito, quítame esas vendas y ponme otras más limpias.
Me replicó:
-Cállate, y déjame a mí. Yo sé lo que hago. Estas vendas te darán suerte.
Cuando uno está preparándose para ir a la plaza, y en aquella tarde era la de Madrid, no se tienen ánimos para llevarle la contraria a supersticioso alguno. Fue mi famoso triunfo del 2 de mayo. Antoñito, al quitarme el traje, decía loco de alegría:
-¿Lo ves? ¡Son las vendas de la buena suerte!
En las corridas siguientes no me atreví a rechazar las vendas, cada días más sucias. Gracia a que al poco tiempo un toro de Santa Coloma me empitonó y me dio una cornada en el muslo.
Desangrándome me llevaban a la enfermería, cuando vi a mi mozo de espadas corriendo por la barrera cerca de mí le grité:
-Antoñito, ¡mira para que sirven tus cochinas vendas!»
Pues eso, que mejor no ser supersticioso «porque da mala suerte».
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