PLAZA MÉXICO Cortó dos orejas del sobrero de regalo después de una faena cumbre
Enrique Ponce vuelve a la México con Gárate, Adame y Payo
El Payo se abrió con buen son de capa para recibir al séptimo de Barralva.
El público obligó a Enrique Ponce a regalar el sobrero, lo que hizo una
vez concluido el tercio de banderillas. Después desplegó El Payo la
muleta para cuajar una de sus grandes faenas en la México. Tremendo.
Hubo muletazos de bellísima factura. Artístico, improvisado. Los cambios
de mano tuvieron gran enjundia por asentados y a la vez con ese
pellizco que tiene el más artista de los mexicanos. Dejó una buena
estocada y cortó una oreja.
Joselito Adame saludó al sexto con una
larga de rodillas. Cuajado y bien hecho, se apagó demasiado pronto.
Antes, quitó por zapopinas y ante la exigencia del público cogió las
banderillas. Con poder el primer par. En el segundo, pisó mal al cuadrar
y cayó en la cara del toro. Se vivieron instantes de máxima tensión con
varios derrotes que le destrozaron la taleguilla. Muy mermado, no quiso
abandonar el ruedo lo que propició la heroicidad. Lástima que no
acompañase el de Barralva que en cuanto se sintió podido se fue a las
tablas y ahí no quiso pelea. Loable y valerosa la actitud de Adame que
defiende su lugar en la plaza más grande del mundo.
Al quinto de Teófilo, Enrique Ponce lo
cuidó en los primeros tercios. Largo de viga pero justo de cara, no se
empleó en los primeros compases. El valenciano sabe cómo sacar provecho a
los toros sea cual sea su condición. Por eso la faena creció a base de
toreo suave, lento, sin quitarle la muleta de la cara. Ponce le hace
cosas al toro que nadie espera. Cerró con una poncina y mató de una
estocada entera perfecta de ejecución pero algo tendida, lo que no le
dejó rematar completa una tarde muy especial para él. El público
reconoció a su consentido con una vuelta al ruedo.
No tuvo opción El Payo con el deslucido
cuarto. También saltó al callejón en su primer contacto con el ruedo el
de Barralva, feo de hechuras. Cada embestida fue defensiva, empleándose
con las manos. No mejoró conforme evolucionó la lidia y no descolgó en
ningún momento.
Joselito Adame se fue a la puerta de
chiqueros para recibir al tercero de Teófilo. Este mexicano es figura en
su país, por eso lo miden tanto un sector del público. El de Teófilo
era largo, alto de agujas y lavado de cara. Tuvo firmeza la primera
parte de la faena pero donde todo llegó al cénit fue en el segundo
tramo. Quietud, valor, desnudo ante la Monumental. Los pitones rozando
la taleguilla. Empujándolo hacia adelante para que rompiera. Superior.
Así se defiende su estatus de figura. Fue a por la espada y, sin previo
aviso, caminó hacia Manolo, uno de los personajes más populares de la
Porra de Sol, y le pidió su mítico sombrero. Lo dejó en el ruedo, cerró
por bernadinas y cuando lo tenía cuadradado, Joselito cambió la muleta
por el capote y se fue detrás de la espada. Lástima que cayera un tanto
tendida lo que le obligó a usar el verduguillo. Así, Joselito -como ya pasó en San Isidro- volvió a capitalizar uno de los momentos más emotivos de la Temporada Grande.
La anécdota del festejo llegó con el precioso segundo de Barralva.
Acapachado, serio y bien hecho. Cuando pasó por el burladero de
picadores, fue directo hacia las tablas sobre las que saltó. Fue tal el
salto que se quedó encajado en el burladero interior. Una imagen curiosa
que se saldó con el laborioso trabajo de los operarios, los
banderilleros e incluso los aficionados que tiraron con una soga atada a
los pitones.
Después lo recibió Enrique Ponce en un
largo y brillante inicio a la verónica y ya en los medios con ceñidas
chicuelinas ante el buen son del cárdeno. Probablemente debido a la
circunstancia inicial, el toro se aquejó en su comportamiento a la
salida del peto. Con la muleta, Ponce lo llevó a media altura. Gran
calidad la del de Barralva. Todo fue suave, hubo muletazos largos y sentidos mientras el toro pudo. Lo pasaportó de un espadazo.
Jorge Hernández Gárate lidió con buen
criterio al toro de El Vergel que abrió el festejo. Después de poner un
rejón de castigo, completó un intenso tercio de banderillas, sobre todo,
a lomos de Valladolid. Toreó muy ceñido y con temple. Destacó, también,
un par al violín o las tres cortas, que clavó arriba. El astado, de
gran juego en toda la lidia, se lesionó en el último arreón y complicó
la suerte suprema al rejoneador que había dejado muy buenas sensaciones.
Monumental Plaza México. Tercera de la Temporada Grande. Casi lleno en el numerado. Toros de Vergel, 1º de buen juego, Barralva, 2º, 4º, 6º, y Teófilo Gómez, 3º, 5º, 7º y 8º, sobrero de regalo, premiado con el arrastre lento. | ||
El rejoneador Jorge Hernández Gárate, palmas; Enrique Ponce, silencio, vuelta al ruedo y dos orejas; Joselito Adame, división de opiniones y ovación; El Payo, silencio tras dos avisos y oreja. Enrique Ponce recogió una ovación tras romper el paseíllo y la compartió con sus compañeros de cartel. |
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