Ureña corta una oreja a un toro bueno y falla a espadas con un gran ejemplar de El Puerto de San Lorenzo, que lidió una corrida de nota
Patricia Navarro. Madrid.
Las
Ventas (Madrid). Octava de San Isidro.
Se lidiaron toros de El Puerto
de San Lorenzo, muy bien presentados. 1º, deslucido y a menos; 2º, gran
toro, bravo, pronto, con movilidad y repetición; 3º, noble y de buen
juego; 4º, manso y difícil; 5º, noble y repetidor; 6º, manejable y a
menos. Lleno en los tendidos.
El Fandi, de grana y oro, estocada caída (silencio); estocada (silencio).
Paco Ureña, de blanco y oro, cinco pinchazos, aviso, descabello (saludos); estocada (oreja).
Alberto
López Simón, de canela y oro, media, descabello, aviso (silencio);
pinchazo, aviso, media estocada, descabello (silencio).
Acapachado
de pitones. Armónico. Serio. Brutal el animal. Cómo impone un toro, tan
íntegro, tan puro. Y tan pronto como fue este segundo, “Cuba II” de
nombre. Fue con alegría al peto del caballo (que no tan bien tratado)
aunque en el segundo envite salió ligero el animal. Mantuvo la prontitud
después en la muleta de Paco Ureña. Codicia. Repetición. Y entrega,
porque el toro lo hizo por abajo todo. Por ahí buscaba rebosarse, que es
lo que hacen los toros bravos. Toro bueno, muy completo por el pitón
zurdo. El de El Puerto de San Lorenzo hizo méritos para ser recordado
con honores. Lo supo el murciano, que firmó una faena con su sello. La
entrega y la búsqueda constante de la pureza. Al natural, muy encajado,
olvidando el cuerpo y despellejando el alma, entregó los mejores pasajes
a ese toro que repetía, que quería muleta arrastrando el hocico por la
arena venteña y tan cómplice. Menos contundencia encontró en el toreo
diestro. Faltó ese último tramo que hiciera a la faena explosionar y
además la espada se cruzó de lado a lado en el camino del éxito, como
antes se habían cruzado las ansias revestidas de electricidad. Se volcó
de tal manera Paco sobre el quinto que salió cogido de la suerte.
Espeluznante. Entró la espada. Dejaba atrás una faena de mucha entrega a
un animal que tuvo entre sus virtudes la movilidad, la repetición, la
duración y la nobleza. Le faltó entrega y humillación al hacerlo pero
quiso muleta y la quiso hasta el final. Verdad no le faltó a Ureña. Ni
entrega. Ni arrebatarse en esa imagen que transmite a un punto de
desfigurarse la estética del toreo. Consintió Ureña al toro, se hizo con
él, construyó la faena y la remató con altura. El trofeo fue suyo, como
podía haber sido la Puerta Grande con un lote de nota de El Puerto de
San Lorenzo. Fue el día y la hora en la que pudo ser.
Casi
rozó la taleguilla una de las manoletinas que ponía final a la faena al
tercero. Un trasteo desigual que acabó en poca cosa. Fue noble el de El
Puerto y repitió el toro en el engaño del torero de Barajas. Encontró
la comunión en una tanda, quizá la segunda del trasteo, había sostenido
hasta entonces López Simón los tiempos y los volvió a encontrar justo
ahí, en esa serie reunida y ligada. Lo malo es que no volvió a recuperar
esa intensidad ni ese acople de cuando casan a la perfección los
matices y lo cambian todo. Y no cambió nada.
Nobleza
tuvo el sexto, pero faltó celo para que las tandas tuvieran la potencia
suficiente para Madrid. Plaza difícil donde las haya, pero que se
entrega a la verdad con una profundidad descomunal. Lo sabe López Simón.
Quiso el madrileño ajustarse con las nobles arrancadas del toro, que
fue perdiendo ímpetu. Eso sí, en la suerte suprema, le pegó un arreón
del infierno. Cosas de toros.
Mala
evolución tuvo el primero de El Fandi, espectacular de presentación
pero a menos en la muleta y complicado por manso fue el cuarto. Tuvo que
banderillearle de acuerdo a esta condición y el oficio le permitió
finiquitarle con discreción y sin apuros. Se llevó el peor lote de
largo, en esa tarde en la que El Puerto de San Lorenzo lidió en Madrid
una corrida de triunfo. Y no cuadran los números. Y no cuadra la feria.
Como a los aficionados no les cuadraba que la rebaja del 10% del IVA
quede en las arcas de la empresa. Y lo hicieron saber. Otra cosa es que
se les escuche.
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