Rafael García Garrido es pieza clave del núcleo empresarial taurino desde hace año y medio. Director general de Nautalia Viajes, se adueñó del trono de Las Ventas junto al productor francés Simón Casas en el último concurso. Ambos llevan el timón de la primera plaza, lista ya para acoger el Mundial de San Isidro.
—¿Cómo ha ido la venta de abonos?
—Bien, se ha mantenido con respecto a la última Feria de Otoño.
—Una mayoría opta por elegir entradas sueltas. Las colas se han sucedido estos días y la web se colapsó. ¿Qué análisis hace?
—Muchos
quieren el abono, pero otros muchos prefieren ir solo a tardes
señaladas. Hay carteles con tanta demanda como para un concierto de los
Rolling Stones. Desde Plaza 1 queremos dar a San Isidro carácter mundial
y de evento. Intentamos atraer a los no taurinos, pues a los taurinos
ya los tenemos, captando a un público al que antes no se llegaba.
—¿Qué torero tiene más tirón hoy?
—El torero más taquillero se llama Andrés Roca Rey. Y luego Manzanares. Esas cuatro tardes son las primeras en agotarse.
—Algunos aficionados se quejan de escasez de carteles redondos.
—Es
una feria muy interesante desde el punto de vista del cartel medio. Y
están las figuras de siempre: si no torean más, es porque no quieren
venir más tardes, no por dinero, si no porque los de arriba eligen las
mismas ganaderías.
—¿Cuántos carteles de «No hay billetes» augura?
—Unos diez o doce.
—Una temporada después de su llegada a Las Ventas, ¿qué balance hace?
—Positivo.
Aunque el año pasado tuvimos el varapalo de no poder celebrar
espectáculos extrataurinos y este tampoco podremos celebrar conciertos,
estamos contentos.
—¿Qué saben de las reformas?
—Apenas
nada. Después de San Isidro parece que se hará la de las cubiertas, una
obra menor que no interfiere en el desarrollo de la temporada.
—¿Preocupados por la situación política en la Comunidad de Madrid?
—Para
nada. Nosotros tenemos un contrato con la Comunidad, sea quien sea el
presidente y quien gobierne. Lo que nos importa es que no esté en contra
de los toros. Cualquier político debe entender lo que hay detrás del
millón de entradas vendidas en 2017 y respaldar San Isidro como motor
económico y turístico para la ciudad.
—El sector se queja del excesivo intervencionismo del pliego de condiciones. ¿Cómo lo ve?
—Esto
no lo digo yo, lo dice Anoet: cuanto más politizados estén los toros y
cualquier sector, más complicado es para el empresario. Con más
libertad, podríamos planificar mejor programación y política de precios;
el espectáculo se vería beneficiado.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido del negocio taurino?
—Es
un mundo de palabra, de tratos... Me ha llamado la atención el miedo al
cambio. Todo es un drama. Hay auténtico pánico a cualquier cambio en el
modelo de negocio, ¡incluso a modificar el horario de taquillas! Es un
mundo con mucho por hacer. Por cierto, estamos trabajando para tener
tornos en Otoño o, si no, en 2019.
—A veces se habla de oscurantismo.
—Soy
partidario de mayor información, porque la gente cree que esto es el
negocio del rey Midas, y está equivocada. Pero es importante
concienciarse de que el toro debe ser un negocio en sí mismo, porque no
hay un espectáculo que perdure si no lo es, y más en uno atacado por
todos lados.
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