ABC exigió en un editorial la integridad del toro bravo frente "a no se sabe qué exigencias de toreros y apoderados"
Miguelín se tiró de espontáneo - ABC
Á. G. ABAD
Haciendo suyo uno de los lemas del mayo francés, Miguel Mateo "Miguelín", una de las figuras del momento, gritó con fuerza un 18 de mayo de hace medio siglo aquello de "Yo me propongo agitar e inquietar a la gente", en un "prohibido prohibir" entonado en el mismísimo ruedo de Las Ventas, tirándose de espontáneo ante un toro que estaba lidiando el ídolo taurino de los sesenta, Manuel Benítez "El Cordobés".
Era la octava corrida de San Isidro, y mientras El Cordobés pasaba de muleta al sexto de la tarde, un espontáneo, vestido con traje oscuro y corbata, saltó a la arena y jugueteó con el toro de Soledad Escribano. La conmoción pueden imaginársela al reconocerse en el intruso a uno de los diestros más importante del escalafón. Cuenta el crítico José Luis Suárez Guanes en su libro "Madrid, cátedra del toreo", que Miguelín montó en cólera cuando le comunicaron que la corrida de Escribano que tenía contratada para lidiar el día 19, la torearía El Cordobés al haberse rechazado los toros previstos de Bohórquez. La plaza se puso mayoritariamente de parte de Miguelín, que fue detenido, pasando a los calabozos de la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol, por lo que no pudo torear la corrida del día siguiente en la que estaba anunciado. "Me esta haciendo la vida imposible", declaró en referencia a vetos por parte de El Cordobés, a quien retó a un "mano a mano frente a toros de Miura".
ABC publicó un editorial sobre el acontecimiento en el que condenaba la actitud del diestro de Algeciras, pero en el que, a la vez, ponía el acento en la integridad del toro. "Al lanzarse al ruedo un hombre vestido de paisano, coger por los pitones al toro, abrazarle, jugar con él, demostró que ese peligro, aunque el animal estuviera ya vencido, era solo un espejismo", decía el editorial del diario, que sentenciaba: "algo habrá que hacer, y con urgencia, para que se vuelva al toro bravo, con casta, con edad, con trapío y con poder". Para finalizar: "En otro caso, en aras a no sabemos qué exigencias de toreros y apoderados, en aras, en fin, a turbios intereses, se habrá firmado la sentencia de muerte de la Fiesta más bella del mundo".
Tras el suceso, que traspasó fronteras, las cosas volvieron a su cauce para los dos protagonistas. El Cordobés toreó el 6 de junio siguiente la corrida de la Benificencia y cortó tres orejas a toros del Marqués de Domecq, y el 3 de julio, Miguelín reapareció, ya vestido de luces para cortar, nada más ni nada menos que seis orejas a toros de Antonio Pérez de San Fernando en la corrida de la Prensa. Buen ojo de los colegas.
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