domingo, 30 de septiembre de 2018

La elegancia de Manzanares conquista Sevilla

La figura alicantina pierde la Puerta del Príncipe por los aceros en la digna alternativa de Alfonso Cadaval

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Toros en Sevilla, 30 de septiembre de 2018. CULTORO | FOTO: ARJONA



Sevilla recuperó el pulso taurino tras el descalabro del sábado. El listón era muy bajo, pero la corrida de Juan Pedro Domecq lo superó con buena nota. Fue una corrida brava en los caballos y muy noble en la muleta. Como mejores ejemplos, el lote de Manzanares. El resto, con el problema de las fuerzas muy justas o un punto de falta de fondo que los paró antes de la cuenta.

La tarde estuvo dominada por un inspirado José María Manzanares, que recuperó la chispa y la ilusión en su plaza sevillana. Al primero de su lote, tercero de la tarde, lo consintió hasta lograr templarlo. La cara alta y el molesto gazapeo los superó con muletazos de buen trazo, algo despegados, pero con unos remates primorosos por abajo o en los forzados de pecho. Faena de gran porte y distinción, de pocas apreturas, pero de mucha elegancia, como el cambio de manos que remató su labor. La estocada fue rotunda.

La gran faena del alicantino llegó en el buen quinto. Comenzó por abajo con dominio. La plaza rugió con una de naturales ligados, y ahora más reunido, que levantó a la afición de los asientos. Por la derecha hubo más barullo. Manzanares se salió de su guion habitual en unos circulares invertidos y en un molinete de rodillas, momento en el que fue cogido sin consecuencias. Más fuera de su estilo acabó con manoletinas. Se empeñó en matarlo en la suerte de recibir y falló tres veces. Se le fue la Puerta del Príncipe.

Morante se mostró dispuesto toda la tarde. Se lució en los lances del saludo al segundo, con la rodilla levemente genuflexa; bordó las verónicas en un quite al sexto, las mejores de su feria de septiembre. Con el citado segundo, toro de cara alta y poca entrega aunque noble, anduvo simplemente afanoso. Con el cuarto, un toro bajo pero con 606 kilos, se entregó en una faena de buen comienzo y precoz final, lo que impuso el toro que se hundió muy pronto.

Tomó la alternativa Alfonso Cadaval y dejó muestras de su progreso y capacidad. Atrevido siempre en los quites a los toros de Morante, el nuevo matador de toros toreó bien de capote y estuvo por encima del noble y flojo animal. Con el sexto, un buen toro, realizó una faena templada que había comenzado de rodillas en el centro. Todo lo hizo con pausa y temple hasta que el de Domecq acortó su recorrido. No acertó con la espada y se quedó sin premio. La plaza le recompensó en la vuelta al ruedo.

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