Levantado en el sudeste de Turquía, fue construido hace más de once mil años por cazadores recolectores
Imagen de Tauromaquias Universales
Rosario Pérez @CharoABCToros
El toro ha sido un símbolo de la Humanidad desde hace miles de años, de virilidad y religioso. Y se le ha rendido culto de diversas maneras. Así, su imagen aparece en el santuario de Göbekli Tepe, construido hace más de once mil años por cazadores recolectores, por lo que es 7.000 años más viejo que la pirámide de Keops. Situado en el sudeste de Turquía, son muchas las teorías que existen sobre este conjunto arquitectónico.
Además de la famosa piedra del buitre -relacionada con la astronomía y las constelaciones-, recientemente descubrieron los fragmentos de cráneo deformados. Un estudio del Instituto Arqueológico Alemán decía que podría tratarse de la primera evidencia en el Neolítico del culto a la calavera. «Creemos que los cráneos fueron marcados para diferenciarlos, como veneración a sus familiares después de su muerte o como un trofeo de sus enemigos caídos», explicó entonces la arqueóloga Julia Gresky a ABC.
En aquel antiquísimo templo llaman la atención la cantidad de animales tallados sobre los monolitos, como leones, buitres, aves acuáticas, jabalíes, serpientes... Y un toro.
Así lo explicó André Viard, presidente del Observatorio taurino francés, en el II Congreso Internacional de Tauromaquia (organizado por el Ministerio de Cultura y la Región de Murcia)y se recoge en «Tauromaquias Universales»: «Once milenios después de Villars, y durante cinco siglos, edificaron en Göbekli Tepe, al norte del Creciente Fértil, veinte recintos circulares de piedras en los que el hombre se representó rodeado de los animales que cazaba. El toro es omnipresente. En este primer templo de la Humanidad, el hombre afirma su dominio sobre la naturaleza. El paradigma antropocentrista aparece, el deseo de espiritualidad engendra la civilización y el cazador recolector nomada se vuelve progresivamente sedentairo. Alrededor de Göbekli Tepe la Humanidad empieza a cambiar de rumbo: para cubrir sus necesidades mientras contruye el templo, el hombre cultiva la tierra, cría ganado. Más tarde, edifica las primeras ciudades en las que construye nuevos santuarios».
Y continúa Viard: «Pero dos milenios después de su construcción, el templo de Göbekli Tepe es abandonado y enterrado. El hombre, dueño de la naturaleza, acaba de crear sus dioses. La religión que aparece en Çatal Hüyük tiene como pareja primordial a la diosa Madre y al dios Toro, omnipresentes desde entonces en el "ruido de fondo del pensamiento mediterráneo". El paleolítico, que duró tres millones de años, se acaba y el neolítico empieza, cuyo fin se producirá siete milenios más tarde con la aparición de la metalurgia y de la escritura, pero también con el resurgimiento del paradigma antropocentrista en la primera religión monoteista -el judaísmo -, cuyo patriarca, Abraham, lo es también del Cristianismo y del Islam. Curiosamente, una leyenda sitúa su lugar de nacimiento en Urfa, quince kilómetros al suroeste de Göbekli Tepe».
Dos milenios después, según se cuenta en «Tauromaquias Universales», en Catal-Hüyük adoran a la diosa Madre (que encarna a lo femenino) y al dios Toro (lo masculino). «Si en Göbekli Tepe el personaje principal es el hombre, que afirma su dominio sobre la naturaleza representada -entre otras especies, por el toro-, al dios Toro se le venerará a partir de Çatal Hüyük, dos milenios más tarde», resume Viard.
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