El de La Puebla del Río paseó los máximos trofeos simbólicos en una tarde histórica en la que Enrique Ponce paseó una oreja a pesar de no tener toros y El Payo cayó herido
APLAUSOS
La tarde tuvo un nombre: Diego Ventura. El de la Puebla
del Río indultó al quinto de la tarde, Fantasma de nombre, número 82, de
487 kilos, nacido en julio de 2014, de la ganadería de Enrique Fraga,
un toro de pelo jabonero que resultó sensacional para el toreo a
caballo, con un galope constante durante toda su lidia, fijeza y
acometividad. La faena fue una explosión de toreo. La Monumental se puso
en pie y vibró con la tauromaquia apasionada y entregada de Diego
Ventura, en una faena que mantuvo el interés de principio a fin. Un obra
rotunda.
Lo paró garrocha en mano, encelándolo perfectamente a
lomos de Bombón. Y de pronto llegó la magia con Sueño y la sensación de
que algo grande podía ocurrir. El galope a dos pistas cosido el toro a
la grupa y al hilo de las tablas, junto con los cambios por los
adentros, fue excelso. Una banderilla con el caballo andando para atrás,
inverosímil, fue uno de los clímax de la obra. Cumbre de Sueño. Al
final, llegaron las piruetas con Gitano y un momento histórico, el par a
dos manos con Dólar sin cabezada, que desató la locura y la petición de
indulto. Un momento mágico que guardarán los aficionados en la retina.
Se lo llevó Diego hasta chiqueros con la muleta, pie a tierra, no si
antes dejar algún que otro muletazo de buen gusto. Memorable. Paseó los
máximos trofeos simbólicos en una vuelta al ruedo junto a Sueño y Dólar.
Abrió plaza un toro de Enrique Fraga, serio, que salió con
pies pero que se agarró pronto al piso, vendiendo caras sus embestidas,
exigiendo terrenos de cercanías. El fallo con el rejón de muerte de
Diego Ventura impidió que el rejoneador tocara pelo tras una faena en la
que logró meterse en terrenos del toro y conseguir la reunión y ligazón
deseada. Con Oro dejó detalles de gran calidad en banderillas, al igual
que con Colombo, antes de clavar las cortas con Toronjo. Faena
meritoria e inteligente emborronada con el acero de muerte. Al final del
festejo, no quiso salir a hombros de la Monumental por respeto al
compañero herido.
Enrique Ponce cortó una oreja del primero de su lote, un
toro que fue levemente protestado de salida por su presentación. El
valenciano cuajó una faena larga, de muchos muletazos, en la que
revistió su quehacer de elegancia y su habitual estética. Lo mejor del
trasteo fue un inicio sacándose al toro hasta los medios con torería y
naturalidad y los reiterados cambios de mano para abrochar las series.
El toro de Barralva, flojo, perdió las manos en varias ocasiones. Mató
de una estocada, se pidió minoritariamente el trofeo que fue concedido
entre la división del respetable.
Su segundo, que llegó tras la conmoción de Ventura donde
la plaza quedó en un compás de calma, no le dio ninguna opción a Ponce,
que acabó resignado ante las nulas condiciones de un toro que salía
desentendido de los muletazos y que no se empleó nunca. Esta vez, ni las
manos del valenciano pudieron obrar el milagro.
Muy dispuesto salió Luis David en su primer turno, al que
recibió con una larga cambiada. Fue la primera declaración de
intenciones, que tuvo continuidad en un ajustado quite por gaoneras y
una apertura de faena con el cambiado por la espalda. Todo muy vibrante.
El joven azteca, entregado, no le perdió la cara a un toro sin ritmo,
deslucido y que acabó defendiéndose más que embistiendo. Se atascó con
los aceros.
El último de la tarde derribó al picador.
Oportuno el quite de Ponce al del castoreño, que quedó a merced. Empujó
con bravura en un segundo encuentro. Bonito el quite por chicuelinas de
Luis David. El diestro mexicano supo aprovechar lo poco que tuvo el
toro, desentendido y rajado, siempre por encima. Tuvieron calado los
circulares que parecían no encontrar final. Ambicioso Adame, sin tirar
la toalla ante tan pobre material, con una actitud encomiable. Pinchó en
la suerte de recibir antes de amarrar una buena estocada al encuentro.
En los inicios de faena de muleta del séptimo, El Payo,
que le dio distancia al de Barralva, fue herido. Se frenó el toro a
mitad de muletazo y le lanzó un derrote seco siendo corneado a la altura
de la rodilla derecha. Fue Enrique Ponce quien tuvo que matar al toro.
Según informó el cirujano Rafael Vázquez Bayod a los
micrófonos del canal Toros, El Payo fue atendido de una "cornada extensa
de unos 25 cm. que afecta a músculos pero no reviste gravedad al no
afectar a vasos sanguíneos importantes".
Empujó con bravura en el caballo el tercero de la tarde,
muy bien presentado, que después se paró en la muleta y desarrolló
aspereza. Lo más destacado de El Payo, que realizó una labor paciente,
llegó en una tanda de naturales de tono más enfadado. Mató de una
estocada entera.
México D.F. (México). Domingo, 11 de noviembre de 2018. Inauguración de la Temporada Grande.
Toros de Enrique Fraga, para rejones; el 2º, Fantasma de nombre, número 82, de 487 kilos, nacido en julio de 2014, indultado, y Barralva, para la lidia a pie, desiguales de presentación y pobre juego.
Diego Ventura, silencio y dos orejas y rabo simbólicos; Enrique Ponce, oreja y silencio; Octavio García "El Payo", silencio y herido; Luis David, silencio en ambos. Entrada: Más de 35.000 espectadores. Saludó en el cuarto de la tarde Gustavo Campos.
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