domingo, 2 de junio de 2019

Puerta grande a Don Juan Carlos



La afición rindió homenaje al Rey en su retirada de la vida institucional

Manolo Piñera, Carlos Zúñiga, El Juli, Don Juan Carlos, Doña Elena, Morante y Manzanares
Manolo Piñera, Carlos Zúñiga, El Juli, Don Juan Carlos, Doña Elena, Morante y Manzanares - Circuitos Taurinos

Almudena Martínez-Fornés  

No era la despedida institucional de Don Juan Carlos ni su última corrida de toros, pero la afición quería rendirle un homenaje al Rey, y ayer encontró una ocasión muy propicia para hacerlo en la bicentenaria plaza de Aranjuez. No solo se cumplían cinco años del anuncio de su abdicación sino que además era el día que Don Juan Carlos había señalado para su retirada de la vida oficial. A los muchos motivos para rendirle homenaje tras toda una vida de servicio a España y casi 39 años de reinado, el público de los toros añade uno más, el apoyo a la Fiesta Nacional en unos momentos en los que se siente, y lo está, perseguida. A pesar de los 34 grados, a la sombra, no quedaba un hueco libre, ni siquiera al sol.

Una sonora ovación y la interpretación del Himno Nacional anunciaron la llegada de Don Juan Carlos, que presidió la corrida desde el palco real. Y es que, aunque no fuera un acto institucional, es imposible separar a Don Juan Carlos de su condición de Rey. Le acompañaban su hija mayor, la Infanta Doña Elena, con su hijo Felipe de Marichalar, y su hermana, la Infanta Doña Pilar, con dos hijos, Simoneta y Fernando Gómez-Acebo.

En el palco, a la derecha del Rey, colgaba un retrato de su madre, Doña María de las Mercedes, fallecida hace 19 años. Y es que el propio Don Juan Carlos había pedido que esta corrida se celebrara en homenaje a su madre, según relató el empresario de la plaza, Carlos Zúñiga. Si Don Juan había inculcado al Rey la pasión por el mar, Doña María le enseñó a amar la fiesta de los toros. Contando la imagen de la Condesa de Barcelona, eran cuatro generaciones de la familia del Rey presentes en la plaza. Además, en el tendido estaba la hija de la Infanta Doña Margarita, María Zurita, acompañada por la periodista Susanna Griso. Todos ellos venían del restaurante los Jardines de Oñate, situado muy cerca de la plaza de toros, donde habían celebrado un almuerzo privado antes de la corrida organizado por el empresario Pedro Trapote, que también fue a la plaza. En el palco real, en segunda fila y muy discretamente se encontraba Manolo Piñera, que acompaña habitualmente a Don Juan Carlos en San Isidro.

Aunque la corrida se celebró en homenaje a la Condesa de Barcelona, los tres toreros, Morante, El Juli y Manzanares, brindaron sus toros al Rey en medio de atronadores aplausos y, al final, subieron al palco a saludar a Don Juan Carlos y a fotografiarse con él.

Hubo muchos aplausos y ovaciones; también vivas, al Rey y a España, y pañuelos blancos, que inundaron el tendido y el palco real. Los sacaron las Infantas y sus hijos, pero no Don Juan Carlos, que se levantó varias veces para aplaudir o ser aplaudido. En algún momento, la banda puso música al arte del torero -el Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo-, el público añadió vivas, olés, aplausos y ayes, y el espectáculo adquirió una enorme belleza. En otro momento, de silencio sagrado, cuando el torero entró a matar, se oyó un «¿por qué no te callas?», como el que espetó Don Juan Carlos al presidente venezolano, Hugo Chávez. También se cantó «Yo soy español» e incluso se lanzó un gallo al ruedo.

Había muchas banderas de España y junto a una de ellas, en la barrera, estaba el líder de Vox, Santiago Abascal. En la misma barrera, pero más al centro, Juan Antonio Gómez Ángulo y también Nuria González. Y muy cerca de él, una señora que se desvaneció y a la que Manzanares brindó el último toro cuando se recuperó a golpe de abanico. En un burladero seguía la corrida Borja Domecq, propietario de la ganadería, y lo mismo hacía la marquesa de la Vega de Anzo.

Fue una buena tarde de toros más, también para Don Juan Carlos, que pronto volverá a Las Ventas, pero el día de ayer, por el anuncio y las circunstancias, tenía algo de jornada histórica.

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