martes, 8 de octubre de 2019

La casta de Tomás Rufo con un novillo «Misterioso»



El novillero toledano corta una oreja al excelente primero de Zacarías Moreno

Tomás Rufo aprovecha con la derecha la humillada embestida
Tomás Rufo aprovecha con la derecha la humillada embestida - Fabián Simón


Ángel González Abad
Zaragoza 

La novillada comenzó tan bien que todo hacía presagiar una gran tarde. Y todos nos equivocamos, porque, aunque no dejaron de suceder cosas, lo mejor estuvo en la casta y ganas de Tomás Rufo y en la bravura de un novillo de nombre «Misterioso», que, sin embargo, derrochó claridad, sin la mínima sombra. Serio, astifino, ovacionado de salida, el de Zacarías Moreno se empleó en el capote, tomó dos varas empujando y llegó al último tercio embistiendo con rectitud.

El bisoño Rufo no lo dudó. Hubo competencia en quites con Fernando Plaza, y comenzó la faena, de rodillas, con muletazos largos, gustándose, metiendo los riñones. Un aviso a navegantes de todo su potencial, que ya de pie siguió al natural. Muy largos, ligada la serie. Tiró con mando del novillo en una emocionante tanda a derechas. Y en medio de todo el buen conjunto, alguna desigualdad, que hizo que la obra no quedara redonda, pero sí ilusionante para los aficionados, que apreciaron todo lo que el chaval puede dar de sí. Una oreja de ley, que pudo aumentar en el cuarto si hubiera estado más certero con los aceros. Toreó vertical y desmayado con la zurda, muy reunido y ajustado con la derecha, y muy metido en los terrenos del astado para robarle los últimos muletazos a base de pundonor.

La novillada de Zacarías Moreno, muy bien presentada, después de «Misterioso» no acabó de romper en esa excelencia. Y Fernando Plaza se empleó a fondo sin conseguir demasiados frutos. No cejó en la búsqueda del éxito, hasta la rabia de unas manoletinas de rodillas para no dejarse nada en el tintero. Como Alejandro Mora, que se la jugó sin cuento con el geniudo tercero, con el que anduvo valentísimo.

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