El torero alicantino lamenta la situación política actual: «Seguimos moviéndonos entre el esperpento goyesco y el surrealismo daliniano»
«Está en peligro es la libertad. Después de los toros, ¿qué vendrá? Tendremos que quemar las obras de Picasso y llevar a Lorca la hoguera», dice el maestro
Luis Francisco Esplá presenta la revista Quites la próxima semana en Barcelona - ABC
Madrid
Dos en punto del mediodía de este domingo. Suena el teléfono. Al aparato, Luis Francisco Esplá, una de las mentes más prodigiosas del arte, lidiador de ideas con la fina ironía y el sentido del humor (y sentido común) de las cabezas más inteligentes, un genio. El torero alicantino nos devuelve una llamada del miércoles, justo al cruzar la frontera de ese campo donde vive alejado del absurdo de una civilización cada vez más desnaturalizada, aunque no ajeno a la realidad que devora el país.
-¿Qué opina de acuerdo entre PSOE y Podemos y ese punto de su acuerdo en el que hablan de «trato digno a los animales»?
-Depende de lo queconsideren por animales (risas)... A mí lo que me preocupa y me da miedo es esa superioridad moral, ese juicio filosófico de lo divino y lo humano, el argumento de una ideología sostenible apuntalada en no sé qué pilares. Me parece el mundo de Yupi, un mundo sedado, de felicidad, sin pobreza, sin miserias, qué maravilla todo Dios mío. Al final, de los animalitos es lo que se habla en lugar de lo importante.
-O de desenterrar a muertos...
-No hacen frente a la realidad y se generan conflictos y fantasmas, odios. Y la realidad comienza por esa tragedia del ser humano que convive con la seguridad de su fin, cosa que no tiene ningún otro animal en la creación. A partir de ahí, el ser humano tiene unos requerimientos que no son comparables con los de los animales, tiene conciencia de sí mismo, tiene conciencia de mutabilidad, de su temporabilidad. Esto no es trasladable nunca a los animales. Yo soy partidario, como todos, del bienestar animal, pero también tengo que ubicar al animal en el contexto que le corresponde. Ni más ni menos. Todo lo demás es no hacer frente a una realidad, a una evidencia, y todo eso está subsanado con ese discurso de superioridad moral, de una filosofía inalcanzable, porque esto no tiene ni los cimientos de la filosofía aristotélica ni de Platón, es parte de algo que no sé... Son insostenibles, no se atienen a la realidad. La realidad limita absolutamente al ser humano, lo condiciona y hay que trabajar en torno a esas limitaciones que le impone la naturaleza.
-¿Vivimos en la era de mayor decadencia política?
-La pena es que sea tan caro esto, porque si no sería divertidísimo el espectáculo cómico-trágico.
Estamos viviendo una época divertidísima, el problema es que es muy caro y, además, esto se paga con ruinas personales. Si no fuera por esto, esto sería divertídisimo, lo que se han dicho estos dos años esos dos políticos [Pedro Sánchez y Pablo Iglesias] y son capaces de abrazarse. Esto no ocurre en otra parte. Me muero de risa. ¿El resumen sabe cuál es? Seguimos moviéndonos entre el esperpento goyesco y el surrealismo daliniano. No somos capaces de interpretar a Velázquez.
-Falta una obra de Boadella que represente este espectáculo.
-Ya lo es sin Albert, que es un genio. Lo lamentable es lo caro que resulta. Si no costase dinero y ruinas personales, el que España esté dividida y cada vez más polarizada, con esa insistencia en polarizar, sería tan divertido. Creo que son gente estudiada y leída, que conoce la Historia y saben cómo se han movido siempre las masas. Lo que no pueden pretender es girar las cosas hacia un lado sin esperar que se equilibren por el otro. Siempre va a haber una reacción en la naturaleza del ser humano, en el sentido de que si se crea una dirección, otra parte de la masa, tarde o temprano, se moverá para equilibrar el asunto. Esto es una constante universal, no lo ha inventado nadie ni es de ahora.
-Se ha despertado un odio difícil de lidiar.
-El problema de los políticos es que no miden estas cosas. Cuando generas un fantasma, creas un conflicto, y no se dan cuenta de que están trabajando en emociones y no en soluciones políticas y sociales. Están trabajando sobre emociones, y no hay nada más miserable en un político que vivir al albur de las emociones.
-¿Están en peligro los toros o la libertad?
-Lo que está en peligro es la libertad, que me preocupa más que los toros. Después de los toros, ¿qué vendrá? Tendremos que quemar las obras de Picasso, como se quemaba la pornografía, tendremos que llevar a Lorca la hoguera para que no queden huellas del toreo. Esta será la segunda etapa, ¿no? Al final, habrá un doble atentado a la libertad: contra la cultura y contra el campo. Porque esto atenta de lleno contra lo agrícola y ganadero. Lamentándolo mucho, lo de los toros es lo que menos me preocupa, me preocupa el mundo de restricciones y de miserias, de humillación, en el sentido de que tenemos que someternos a sus criterios morales. Esto, ni en la época de Calvino y Lutero. Vivimos una época con distintos actores, pero al final el discurso es el mismo.
-¿Qué le parecieron las declaraciones de Celaá sobre la (no) libertad en la enseñanza religiosa?
-Bueno, bueno... El siguiente paso será quemar iglesias. Yo ya no veo otra. Tras ese discurso se genera otro fantasma, creando un conflicto con los cristianos y sus creencias, con gente que no se mete con nadie.
-Esta semana, un torero, usted, pisa Barcelona. ¿Le asusta lo que está ocurriendo?
-Me molan los actos subversivos por puro deporte, pero sin hacer daño a nadie, ni destrozar mobiliario y mucho menos robar. Estos conflictos los propician las grandes urbes, esas ciudades donde también surge el antitaurinismo y el animalismo. Son gente que ha perdido su contacto con la naturaleza, que ha perdido la conciencia ética o la que tiene es muy cuestionable, y encima habla por encima de los demás. Yo no tengo inconveniente en que cada uno organice su vida como quiera, lo que sí digo es que dejen a los demás en paz.
-¿Le veremos alguna vez metido en política? ¿Ministro de Tabarnia tal vez?
-De ninguna manera. Antes que política haría porno.
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