Solo hay dos tipos de información: la buena y la mala; la buena es cara y es la que nos exigen
Carlos Yárnoz
La prensa lleva diez años sumida en una grave crisis. En España, se había llevado por delante en 2015 a 375 medios y dejado en la calle a 12.000 profesionales, según la Asociación de la Prensa de Madrid. La sangría continúa. En Estados Unidos hay unos 3.000 despidos anuales. Mientras empresas y redacciones prueban fórmulas para sustituir el hundido modelo clásico de negocio, los lectores dicen a los periodistas en qué deben mejorar. Ha llegado el momento de escucharles más que nunca porque les vamos a pedir que paguen por leernos en la edición digital.
La crisis es financiera (los ingresos por publicidad han caído a la mitad) y de confianza (solo el 31% de los españoles se fía de la prensa, según el Pew Research Center). Ambos fenómenos están conectados, porque el destrozo contable ha originado redacciones menguadas con sueldos más bajos, recortes en viajes y coberturas, menos páginas y ediciones, noticias urgentes menos meditadas, más erratas, anzuelos en busca de audiencia, sometimiento a Google o Facebook…
No todo, ni mucho menos, ha sido negativo, porque la crisis ha coincidido con una digitalización traducida en un contenido más variado, mejor presentado, con nuevos formatos, más interactivo, con nuevas secciones audiovisuales o de datos, más conectado con los lectores…
Esos lectores nos dicen a diario qué aspectos consideran mejorables. El inicio de 2020 es un momento adecuado para analizar las principales quejas de 2019.
Anzuelos frívolos. Una crítica habitual de quienes se califican “lectores de toda la vida”. En noviembre, José Pedro Rodríguez resumía lo que bastantes lectores dicen de la sección Gente: “Observo como si hubiera dos marchas: por un lado, las noticias más serias, bien armadas, que son la mayoría; por otra, otras —menos, que van a más— donde se abre la mano. Informaciones sin firmar, a rebufo de otros medios y buscando, supongo, tráfico virtual. Nada que no se pueda encontrar en cualquier digital de tercera división. ¿Vale la pena?”
Hasta el último día del año he recibido quejas por ese motivo porque el diario publicó el 31 de diciembre una página entera con cuatro fotos bajo ese titular: “Cristina Pedroche, anatomía de un vestido convertido en acontecimiento”. El tema del vestido estuvo destacado dos días en la portada de la web, algo que el lector Jordi Santamaría considera “excesivo” para un periódico que lucha contra la explotación del cuerpo de la mujer. En los comentarios de la web también hubo críticas: “Mujeres, no objetos”; “Fuera de lugar”, “desnudo sexualizado”…
De ningún asunto como las corridas de toros he
recibido tantos y tan rotundos mensajes, casi todos para exigir que el
diario abandone esos temas
El periódico del PSOE. Un clásico, con ejemplos como un texto de noviembre sobre la condena por los ERE de Andalucía sin mención al “PSOE” o los “socialistas”. El periódico también publica textos críticos con la izquierda. Este mismo sábado se quejaba el lector Domingo Ochoa de la columna de Daniel Gascón titulada “La coalición de los trileros”. A menudo, los lectores confunden “objetividad”, que no existe, con “independencia”, que solo se tiene si el negocio es rentable.
Información y publicidad. Muchos lectores critican lo que consideran “invasión publicitaria” —no es así, si se compara con otros medios—, pero son más los que afirman que no se separa bien la información de la publicidad. La última queja fue de Miguel Marcos Martín, porque el 27 de diciembre publicamos en la sección Escaparate este controvertido tema: “Mano de Santo, el remedio contra la resaca que va a arrasar estas fiestas. Para llevarlo en el bolso cada noche y regalárselo a todos aquellos que lo vayan a pasar tan bien como tú”.
Erratas. Otro clásico. Los diez redactores de Edición no dan abasto para “limpiar” los 300 textos diarios publicados en la web más los de la edición impresa.
Toros en Cultura. Invité en junio a los lectores a que opinaran sobre el hecho de que EL PAÍS siga publicando crónicas sobre corridas de toros. De ningún asunto he recibido tantos y tan rotundos mensajes, casi todos para exigir que el diario abandone esos temas.
Comentarios. Los lectores publican unos 11.000 mensajes diarios en la web sin participación alguna de la redacción para intentar elevar el nivel del debate. El lector Carlos López se quejó el 28 de diciembre de que esa sección “nada aporta a una mejor comprensión de la situación” porque muchos mensajes son “reacciones viscerales” u “obra de trolls”. El periódico sabe que debe cuidar esa área.
Quejas como esas deben estar más presentes que nunca cuando el periódico está a punto de cobrar por acceder a sus contenidos. Es el momento de insistir en que el periodismo de calidad es caro y que el chabacano será siempre gratuito. Y que es falsa esa distinción entre periodismo digital, tradicional, 2.0, ciudadano… Solo hay dos tipos de periodismo: el bueno y el malo. Los lectores de EL PAÍS, obviamente, exigen el bueno. Y no hay periodismo sin lectores, así que conviene escucharles.
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