El Observatorio de la Sostenibilidad difunde los diez principales focos de carbono en España, en un ranking en el que una instalación siderúrgica se sitúa en primer lugar
El impacto ocasionado por la pandemia
y el desplome de las actividades (industria, transportes…) provocará
una reducción de emisiones de 2.000 millones de toneladas de C02, lo que representa un 5% de los gases emitidos el año 2019.
Así lo indica un informe del centro de estudios Carbon Brief,
que maneja un compendio de estudios y análisis.
Las estimaciones previas eran para este año un aumento de las emisiones de CO2 (principal gas invernadero) del 1%. Pero los pronósticos han saltado por los aires.
Las disminuciones barajadas son tan enormes que darían lugar a la mayor caída anual de CO2 de la historia de la actividad humana, pese a que la información documental se remonta hasta el siglo XVIII.
Hasta ahora, la mayor reducción anual había sido la de 845 millones de toneladas de CO2 que se dio en el período 1944-45, en la Segunda Guerra Mundial.
Ha habido otros desplomes acusados, pero ninguna como éste
Ha habido otros desplomes acusados, como la etapa de la recesión (1991-1992), la crisis energética (1980-1981), la gripe española (1918-1919)
o la crisis financiera de 2008-09, aunque ese episodio se compensó
sobradamente un año después con un aumento de las emisiones (1.612
millones de toneladas de CO2) a consecuencia de estímulos económicos que no tuvieron en cuenta los posteriores impactos climáticos de esas medidas.
Sin embargo, conviene poner en contexto este recorte.
Diversos informes de la ONU han señalado que las emisiones globales mundiales tendrían que caer un 7,6% cada año en esta década (2.800 millones de toneladas de CO2
en el 2020), para detener el aumento de temperaturas y conseguir que
suban menos de 1,5 Cº (por encima de las de la época preindustrial).
Los autores del estudio hacen sus pronósticos sabedores de las múltiples incógnitas que rodean la situación.
A la prevista caída de la demanda del petróleo del 9,3% se
une la guerra de precios entre Arabia Saudí y Rusia, que han aumentado
su producción (lo cual hace bajar los precios).
Los vuelos interiores en la UE aumentaron un 28% en sólo seis años, pero hoy se han desplomado
Uno de los sectores que se ha visto más convulsionado es de la aviación, cuyas emisiones de CO2
crecieron el año pasado un 1,5% en Europa, según los datos dados a
conocer anteayer por la UE. Este incremento contrasta con el
comportamiento de los otros sectores del comercio de emisiones (energía y
gran industria) que disminuyeron un 8,9%.
El resultado es que las emisiones de CO2 de los vuelos interiores de la Europa ha aumentado un 27,6% desde el 2013, con lo que han superado con creces las de cualquier otro modo de transporte.
Sin embargo, “la tendencia a aumentar las emisiones en las
aerolíneas se reanudará tan pronto como se salga de la crisis; a no ser
que los gobiernos actúen para controlarlo”, declaró Andrew Murphy,
portavoz de Transport and Environnment (T&E), una federación de oenegés europeas.
Por ejemplo, Ryanair –que las aumentó un 5,9% en vuelos dentro de Europa– se convirtió de nuevo en el 2019 en uno de los diez focos emisores de CO2 más importantes de la UE, junto con las plantas de carbón, algo que ocurrió por primera vez el año pasado.
Las oenegés piden a las aerolíneas compromisos ambientales a cambio del rescate
T&E señala que los gobiernos deberían apoyar a
los trabajadores de la aviación durante la crisis actual, pero reclaman
que el rescate de estas compañías esté condicionado a que paguen
impuestos y comiencen a introducir tecnologías y combustibles limpios.
En cambio, Ecologistas en Acción se opone a los rescates millonarios a las líneas aéreas con fondos públicos”, señala Nuria Blázquez.
El dinero de los contribuyentes solo debe usarse si estos grandes contaminadores se comprometen con el Acuerdo Verde de la UE
Andrew Murphy concluyó: “Los gobiernos deberían
actuar para proteger los empleos de las aerolíneas pero también para
iniciar la transición justa para la aviación.
El dinero de los contribuyentes solo debe usarse si estos
grandes contaminadores se comprometen con el Acuerdo Verde de la UE,
incluido el comenzar a pagar impuestos y consumir combustibles más
ecológicos”.
Mientras tanto, el Observatorio de la Sostenibilidad de
España ha elaborado un informe sobre las grandes instalaciones que
emiten CO2 en España en que se confirma la menor contribución que
tuvieron el año pasado las térmicas de carbón.
Informe del Observatorio de Sostenibilidad
Cinco de los diez principales focos de C02 en España corresponde al sector eléctrico
Aun así cinco de los diez principales focos de C02 en España corresponde al sector eléctrico.
La gran novedad del ranking de este año es que (frente a
lo que solía ser tradicional) el listado de estos grandes
“contaminadores” no lo encabeza una central térmica de carbón, sino la
siderurgia Arcelor Mittal España (de Asturias, con 5,09 millones de toneladas de CO2).
Le siguen la central térmica de Aboño (EDP, en
Asturias, con 4,85 millones de TCO2), la refinería Repsol de Cartagena
(2,39 millones) y la térmica de As Pontes de Endesa (A Coruña, 2,31
millones), que ocupaba la primera posición del listado el año anterior.
La otra gran novedad son las emisiones de Vueling, empresa que pasa de la duodécima a la quinta posición (2,1 millones), y que ocupa el quinto lugar.
A continuación, se sitúan la refinería de Petronor
(Repsol, con 2,14 millones de TCO2), la refinería de Tarragona (2,13
millones), la térmica de Alcúdia de Endesa en Mallorca (1,95 millones),
la térmicas de Granadilla (Canarias de Endesa, 1,75 millones), y la
central de ciclo combinado de Arcos (Cádiz de Iberdrola, con 1,69
millones).
Estas diez empresas aportan el 8% de total de las emisiones de España
Las emisiones de CO2 de las grandes industrias españolas
sujetas al mercado de derechos de emisión (térmicas, siderúrgica, refino
vidrio…), que representan el 36% del CO2 emitido en España, bajaron el
año pasado un 13% respecto al año 2018 (mientras que globalmente las emisiones bajaron un 5,8%).
Esto se debió a la menor participación del carbón en la producción de
electricidad, y al descenso en las plantas cementeras y del refino. En
cambio, aumentó las emisiones del sector de la aviación (un 5%)

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