Víctor Ramírez “Vitico”
La percepción del público taurino y su reacción ante ciertos momentos en el ruedo ha ido cambiando de forma notable a lo largo de los últimos años, quizás por los altísimos niveles de perfección que han alcanzado los toreros. En concreto hay una suerte que tiene un mérito extraordinario pero que de tanto hacerse ha ido perdiendo esa capacidad de asombro y sorpresa, tan necesarias para prender la mecha con el espectador.
Con la presencia de la televisión prácticamente en toda la temporada podemos observar como una y otra vez los toreros abren su actuación con esta suerte. Entre otros este año se han ido a la puerta de chiqueros Rafael de Julia en Brea de Tajo, Morenito de Aranda que fue dramáticamente volteado en Villaseca de la Sagra, Damián Castaño lo hizo en Villaseca de la Sagra y San Agustín de Guadalix, Román en Valencia, Alejandro Fermín, Cristian Pérez ambos en Cercedilla, Gómez del Pilar en Toledo, Esaú Fernández en San Clemente y Sevilla, Manuel Escribano heroico pues lo hizo en sus cuatro toros en Sevilla sufriendo un percance tremendo el primer día, Tomás Rufo y El Fandi los dos en Sevilla, Miguel Ángel Pacheco en San Martín de Valdeiglesias, El Rafi en Nimes y Juan Leal en San Isidro.
Los novilleros no se quedan atrás, el aspirante Jesús Yglesias en Vista Alegre, Marco Pérez en dos novillos en Olivenza y otra en Arles, Alejandro Peñaranda en Fallas así como El Niño de las Monjas, Tristán Barroso, Jesús Moreno que sufrió una tremenda cornada en Madrid, Daniel Medina en Valladolid y solo es un apunte ya que deben haber muchas que pasan desapercibidas. No pretenden estas líneas ni mucho menos dictar el manual a los que se ponen delante del toro pero si es cierto que la magia del toreo es lo impredecible, aquello que no se sabe que pueda ocurrir y si todos los días lo extraordinario se hace una y otra vez se convierte en norma, como si cualquiera pudiera caminar ese paseíllo a la gloria o la tragedia.
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