Jesús Ramírez "El Tato"
Llegando a una humilde vivienda en la barriada de José Félix Rivas de Maracay dónde dormía, cayó el matador Celestino Correa fulminado por un infarto. Hace este 22 de agosto, 16 años del lamentable hecho.
Muy pocos toreros venezolanos han toreado con el gusto y clase con el capote y dominio y sapiencia con la muleta como Celestino Correa, que desde novillero apuntaba con certeza entre una pléyade de novilleros foráneos que venían al país a cumplir compromisos.
Un romántico del toreo como el español Octavio Martínez "Nacional" lo descubrió en España, y le proporcionó las novilladas que lo llevaron a la alternativa en la monumental de Barcelona, el 2 de septiembre de 1974 con Dámaso González y Enrique Calvo "El Cali" en el cartel con toros de José Ortega.
Levantó enormes expectativas en nuestro país con el decidido apoyo del periodista Rodolfo Serradas Reyes "Positivo" quien lo bautizó "El indio Grande", que se presentaba en todas nuestras ferias y corridas dejando un mensaje distinto de clase, de empaque, de torerismo y a punto estuvo la afición de dividir supremacías entre Celestino y otro gran torero como Rafael Ponzo. El mano a mano en la maestranza aragueña que organizó el doctor Vicente Lozano con Juan Corso, registró el último lleno de entradas agotadas desde el día martes. No embistieron esa tarde los astados de "Los Aranguez" a Celestino y Ponzo.
Era tal el interés que despertaba que se encerró con seis toros en el Nuevo Circo de Caracas, plaza que lo mimó de novillero.
Poco a poco se fue apagando la brillante estrella de Celestino Correa. El guariqueño aún joven, cayó en el olvido dejándose llevar por la bohemia. Un torero reconocido pero no justamente valorado. Un buen torero de gusto y sentimiento cómo muy pocos.
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