jueves, 13 de diciembre de 2012

El Juli tira la toalla


Parece confirmado que El Juli no comparecerá en 2013, por segundo año consecutivo, en la plaza de las Ventas. Así lo han comunicado el apoderado del torero, Roberto Domínguez, y el empresario madrileño, José Antonio Chopera. Pero eso no es todo; cuando le han preguntado al representante del torero por las razones que le han llevado a tan sorprendente decisión, la respuesta ha sido tan lacónica como tajante: 'Sobre eso no hay comentario'.

Pero hay más: cuenta el periodista Carlos Crivell en su blog (http://www.sevillatoro.com/) que el diestro madrileño tampoco se anunciará en la Fallas y en la feria de Abril, y que es más que probable que inicie su temporada allá por el mes de julio, aunque no se descarta su participación en la feria de Olivenza.
¿Alguien entiende algo? ¿Cómo es que quien se presenta como uno de los líderes del toreo actual tira la toalla y se niega a dar explicaciones con la tranquilidad de que nadie intentará sacarle los colores por tamaño gesto de irresponsabilidad profesional?
Julián López puede hacer lo que quiera con su carrera. Faltaría más. Pero no puede olvidar que con decisiones de ese tipo se aleja cada vez más de la legítima aspiración de ser un torero de época.
Sea como fuere, El Juli aún no lo es. En sus catorce años como matador de toros ha conseguido erigirse en un icono de la modernidad, que no es poca cosa, y en un gran torero, que ya quisiera más de uno. Pero de ahí a formar parte del imaginario popular va todo un trecho.
Y no se trata de restarle méritos a quien ha dedicado casi toda su corta vida a la profesión de torero, y es doctor en esfuerzo y sacrificio; a quien posee los secretos de la técnica y ha protagonizado tardes de éxito incuestionable.
Se trata de restarle méritos, eso sí, a quien ha preferido ser un producto del sistema; y, por encima de toro, un torero de su época. Y para ello eligió hace años a un apoderado que se ha encargado de que El Juli mate las corridas más impresentables e indecorosas en las plazas más importantes de este país. Y a ninguno de los dos, ni al torero ni al apoderado, se le ha caído nunca la cara de vergüenza.
No valen, por tanto, pomposas declaraciones sobre la huella que pretende dejar en el toreo cuando aún está por ver que El Juli se haya planteadao seriamente demostrar en el ruedo que es un torero irrepetible.
Hasta ahora, solo uno más; muy bueno, pero uno más; repetitivo y aburrido, también. Y, a partir de ahora, con su 'espantá' de algunas de las ferias más importantes se resta méritos a sí mismo para alcanzar esa cima que tanto se le resiste.
Y, por cierto, se equivoca el apoderado cuando afirma que no comenta las razones de la ausencia de su torero en Madrid. La vertiente pública de El Juli y el respeto debido a los aficionados le obligan a dar explicaciones.
Pero las daría, claro está, si aspirara a ser un torero de época. De momento, con la falta de que hacen toreros grandes que tiren de la fiesta, prefiere tirar la toalla. Así nos va...

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