viernes, 25 de julio de 2014

LA CRÓNICA DE SANTANDER



Pescar en una alberca

Adame sale en hombros con una aburrida corrida de Alcurrucén 

MARCO A. HIERRO, Santander
Pescar en una alberca, en principio, no parece tarea difícil. Se echa el cebo, se espera a que tengan hambre los tres peces que subsistan en el fondo y se recoge el botín sin mayores dificultades. A más peces en el agua, más botín. Por una regla de tres simple, que diría el otro. Toro y medio de Alcurrucén hubo en la alberca de Santander, y ambos cayeron en el lote de Adame. La regla de tres, con un torero avispado y en sazón, apunta a la puerta grande. Y ese fue el botín.

Así se resume una tarde ayuna de bravura en el bovino y espesa en el humano, alberca donde pescó el más listo porque supo echar la caña para salir en la foto final con un pez en cada mano, aunque quedase la impresión de que dejó alguno más escondido por el fondo. Ese fondo que le faltaba a Afanosito para ser boyante más allá de las veinte arrancadas.

Toro de gratísima impresión en el tendido y de aplauso en el arrastre; toro de limitada calidad y justa duración que sólo se rebozaba a diestras y contando cada embroque. Por eso lució mientras se fue tras el percal de Adame en la fría salida de Núñez y en las ajustadas chicuelinas de un torero que no sufre cuando le vienen galopando. Por eso lució en el inicio de distancia y trapo puesto con que lo metió en el canasto el generoso mexicano, que se puso pronto a torear el rebozado desliz del pitón derecho, enclasado, boyante, humillado en la franela que le ofrecía Joselito con el fleco en el infierno. Pero no era igual el colorao cuando le quitaron la ayuda y le cambiaron el cuerno. Corto, protestón, renuente y hasta bruto. Igual que se puso Adame al empeñarse en agotarle las vías en lugar de cambiar la mano. Y cuando lo hizo, ya estaban exprimidos los diez pares de arrancadas. Aún pescó el mexicano porque le sobra oficio, se queda muy quieto y le rebosa el valor para manoletinas y estocadas. Pero el regusto de toreo caro que dejó en el inicio ya no existía en la voluntad del final.

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