A hombros Hermoso con reses
burdamente desmochadas y oreja para Manzanares con un hermoso de Juan Pedro sin
fuerzas
JOSÉ ANTONIO DEL
MORAL
Con todos los respetos para Paco Ureña, sustituir a Ponce es
como intentar ser Dios desde una posición de beato. Pero bueno, ¿por qué no?
Los empresarios esperaron hasta que terminó la corrida del día anterior para
anunciar el nombre del afortunado o, quien sabe si el desafortunado ante tamaño
compromiso. Desde luego, económicamente hablando, el cambio fue sideral a favor
de la empresa. A la vista de la entrada que ayer hubo, la mejor con mucho de
esta feria, la falta del valenciano apenas se notó en la taquilla porque quedó
claro que la gente eligió esta corrida desde que aparecieron los carteles.
Todos los amigos que estaban antier en Logroño, se fueron a
Nimes. Y los que iban a venir para ver a Ponce, fatalmente lesionado en
Albacete, se quedaron en sus casas. La mayoría en Madrid, cambiando la tercera
corrida de San Mateo por una de Pablo Romero en Las Ventas con Pepe Moral como
mayor atractivo.
Yo me quedé en la capital de la Rioja más solo que la una.
Pero aproveché la soledad para asistir a la Misa Mayor de la Catedral logroñesa
y a la Pisa de la Uva y posterior ofrenda a la Virgen de la Balbanera del
primer mosto del año en la Pérgola del Espolón. Nunca había asistido tan de
cerca. Me colé entre las autoridades en la procesión desde la Catedral hasta la
gran plaza central de la ciudad. Me había vestido de traje y corbata para no
llamar la atención y pude gozar como un niño en este acto institucional que,
les digo sinceramente, me emocionó muchísimo. Los vivas a la Rioja y a España,
los himnos regional y nacional, el gran discurso del Presidente de la
Comunidad, la ofrenda de racimos de uva recién cortada por representantes de
todas las comarcas vinícolas de la zona portados por los que iban a danzar, a
tocar, por las reinas y reyes de todas las fiestas colindantes, los de la
propia ciudad de Logroño y, finalmente, los maravillosos bailes regionales con
que se cerró el acto, me llegaron a lo más hondo del alma. De la mía
particularmente, por su puesto.
Y es que siempre me sentí y me sigo sintiendo español de
cualquier región española por todos los costados: Madrileño en mi Madrid;
andaluz en mi Córdoba, en mi Sevilla y en todas sus provincias; vasco en
Vitoria, en San Sebastián y en Bilbao; viejo castellano en Burgos, en
Valladolid, en León y en Salamanca; nuevo en la Mancha; toledano en la Ciudad
Imperial, extremeño en Cáceres y en Badajoz; montañés en Santander; gallego en
toda Galicia, con Santiago a la cabeza; valenciano en Valencia, Alicante y
Castellón; aragonés en Zaragoza, Huesca y Teruel; murciano en su capital y en
sus huertas; y hasta catalán en toda Cataluña aunque por allí no volveré hasta
que metan en la cárcel a Mas, a toda la familia Pujol, a sus secuaces e
ilegalicen a los de la Izquierda Republicana de mierda… Los nacionalismos se
quitan viajando y leyendo.... Para qué seguir, amigos. ¡Viva toda España unida,
grande, variada, libre y democrática¡ Y por delante de todo ¡vivan nuestros
Reyes Don Juan Carlos I y Don Felipe VI!
Veamos ahora qué pasó en la tercera y para mí este año la
última en Logroño porque mañana me bajo a mi casa de Córdoba y desde allí a la
pequeña feria de San Miguel en Sevilla hasta rematar la temporada 2014 en la de
Otoño en Madrid y en los Pilares en Zaragoza donde echaremos el cierre.
La apertura de esta otra corrida mixta corrió a cargo del
caballero navarro Pablo Hermoso de Mendoza frente a un toro excesivamente despuntado,
mejor diría desmochado –se están pasando varios pueblos con el ganado que está
matando Pablo este año– con el que anduvo como suele, espectacularmente
magistral y hasta prodigiosamente virguero. Pero me niego a entrar en detalles
porque, señores, no hay derecho. Los primeros que tendrían que negarse a
alternar matando toros en puntas con un rejoneador que los está matando
vergonzosamente sin pitones, deberían ser sus compañeros de a pie. La gente
bramó con cuanto hizo Hermoso frente al nobilísimo ejemplar de los Capea. Y
este siempre favorable comportamiento del público con los rejoneadores en
detrimento de las exigencias que suelen tener con los matadores de a pie, hay
que acabar de una vez con ello. Mató de pinchazo y medio rejonazo y hubo
algunos que pidieron la oreja. De haber matado pronto y bien, seguro que le
habrían pedido hasta el rabo. Pero como no acertó a la primera, ni siquiera fue
ovacionado tras el arrastre del morlaco.
Parecida fue la canción e incluso más brillante y llegando a
acercarse al toro de modo inverosímil lo de Hermoso con el cuarto de Capea. Y
otra vez la gente encantada, dedicando continuas ovaciones al navarro. No fue
el animal tan bravo como el primero. Pero Pablo hizo lo que sabe para que lo
pareciera. La verdad es que, aparte lo de los pitones, da gusto ver las
diabluras que es capaz de improvisar con la extrema facilidad que tiene de
maestro consumado en el arte del toreo a caballo. Las piruetas y los quiebros
entusiasmaron al gentío. Y como con este toro acertó con el rejón de muerte,
logrando que doblara de inmediato, fueron pedidas las dos orejas que la
presidencia concedió.
El castaño que hizo de segundo, salió suelto del capote de
José María Manzanares que, en el recibo, solo pudo dar una verónica. Y luego
tres más con revolera yéndose el animal de todos los lances, al menos noble
aunque muy limitado de fuerza. El primer puyazo se lo señalaron simplemente y a
pesar de ello, perdió las manos. Tuvo que tomar el aquí obligado segundo y,
aunque solamente se lo señalaron, quedó muy mermado. Ureña entró en su quite
que fue de frente por detrás. Valiente y quieto los dio, pero el animal perdió
las manos. No debió hacerlo. Pero el chico quería destacar. Tras el tercio de
banderillas que fue bien cubierto por Rafael Rosa y Luís Blázquez, Manzanares ejerció de enfermero. No cabía
otra solución. Paso a paso, pausa a pausa sin conseguir que el animal
resistiera. Cuando el inválido se echó a la arena, se armó la tremolina.
Natural. Entró a matar sin cuadrar bien al toro y pinchó. Bien cuadrado
después, mató a volapié de estocada entera trasera.
Precioso el quinto de Juan Pedro, de pelo melocotón y bien
puesto, veleto y astifino con pitones astiblancos. Pero, ay, suelto en su
salida y con pocas energías. El primer puyazo lo tomó en regla y en bravo con
fijeza. En los lances de brega a cargo del matador, pareció ir muy noble por el
lado derecho. Le señalaron simplemente el segundo. Magníficos los peones de la
cuadrilla de Manzanares. Extraordinario Curro Javier en la brega. Tanteos
diestros por alto del alicantino. Perdió las manos el toro al tomar el primer
redondo con entrega. Pero después… después llegó el intento sinfónico. Y si
digo intento es porque tanto Manzanares como el público querían que el animal
resistiera. No terminó de aguantar totalmente el burel aunque algunos muletazos
al natural resultaron bellísimos. Como también algunos redondos. Una pena que
el toro apenas pudo resistir. En la alternancia con ambas manos seguida de
larga pausa, el arrebato manzanarista tapó los desajustes que impusieron las
embestidas desclasadas del animal al derrotar por arriba al final de los pases.
Pero el estocadón con que mató y aunque el animal tardó mucho en doblar, fue el
colofón que José María necesitaba para salir de su comparecencia logroñesa con
bien al cortar una oreja.
El negro montadito aunque bajo tercero admitió noblemente
las buenas verónicas de Paco Ureña aunque evidenciando que, como el anterior no
le sobraban las fuerzas. Fue bravo y derribó en el primer encuentro apenas
señalado el puyazo. Y lo mismo en el segundo aunque sin derribar. Se fue arriba
en banderillas. Loado sea Dios. Ureña brindó su faena al respetable entre una
atronadora ovación. La empezó con la derecha por alto. Pero al dar el primer
redondo y el de pecho, el animal derrotó por arriba y enganchó la muleta. Había
que templar mucho. Pero Ureña, muy bien intencionado, no logró llevar el engaño
suficientemente lento ni a la debida altura. Cambió de mano y el toro se le
quedó corto por lo que no pudo completar los muletazos. Ni en la primera, ni en
la segunda, ni en la tercera tanda con el animal cada vez más mermado. Y lo
mismo cuando regresó a derechas porque el animal incluso se revolvió queriendo
coger al joven diestro que fue aplaudido por su mucha voluntad. Se pasó de
metraje en incompletos y atropellados circulares. Perfilado casi de espaldas,
agarró una estocada corta trasera, casi un pinchazo hondo, que fue suficiente.
Ureña salió a echar el resto con el muy cuajado castaño
sexto. Se notó en su valiente aunque rápido recibo por delantales que el animal
no acabó de tomarlos por completo. Fue toro bravo a punto de derribar en el
primer puyazo. Tras el picotazo en el segundo encuentro –bien Vicente González
a caballo– y un tercio banderillero correcto mientras el burel embestía
calamocheando, Ureña brindó a Pablo
Hermoso su faena. La inició en los medios con la mano derecha estando el toro
en tablas. Se le arrancó con alegría y Ureña, sin pruebas ni tanteo alguno, dio
varios pases en redondo que el toro tomó con la cara suelta y queriéndose ir.
La gente con el nuevo matador, como era normal. Y el toro, ya rajado y
perdiendo las manos. El entusiasmo y las muchas ganas del murciano, que se
descalzó para dar naturales, primaron en sus plausibles intenciones que por
poco le cuestan un disgusto cuando el animal se le metió por dentro. Tuvo
finalmente que recetarlos uno a uno tratando de darlos lo más despacio posible.
Terminó con giradillas, uno de pecho zurdo y una estocada caída y traserísima.
Lástima, la mayoría quería que el chico se fuera con su oreja y el feo espadazo
lo impidió aparte de necesitar despenar al toro con repetidos descabellos.
FICHA DEL FESTEJO
Logroño. Plaza de la Ribera. Domingo 21 de septiembre de 2014. Tercera
de feria. Tarde calurosa en plaza medio cubierta y entrada difícil de apreciar
porque hubo abundante público en todos los tendidos. ¿Pongamos más de tres
cuartos e incluso casi lleno si los hubiéramos juntado a todos?...
Dos toros despuntados para rejones de María del Carmen Lorenzo (murubeños de Capea), excesivamente
cornicortos y groseramente desmochados. El primero resultó superior por su
inagotable nobleza. Menos bravo y brioso pero suficientemente grato el que hizo
cuartó. Cuatro de Juan Pedro Domecq,
bien presentado, de variado pelaje y vario juego. Muy noble aunque enseguida
inválido el que hizo de segundo. Noble aunque mermadísimo de fuerza y muy a
menos el tercero. Noble aunque falto de fuerza el quinto. Manejable sin clase
ni fuerza el sexto.
Pablo Hermoso de Mendoza (con casaquilla corinto bordado en plata y
sombrero calañés): Pinchazo y medio rejonazo, escasa aunque ruidosa petición y
ni una palma después. Señal de lo que la mayoría de la gente sabe de esto.
Nada. Rejonazo muy eficaz de rápidos efectos, dos orejas.
José María Manzanares (almirante y oro): Pinchazo y estocada,
silencio tras muchos pitos al toro en su arrastre. Estoconazo, oreja.
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