domingo, 21 de septiembre de 2014

Pérez Mota deja su sello natural

Sólo el buen primero de Partido de Resina se salvó de la quema

 
MARCO A. HIERRO, Madrid
Con mucha naturalidad. Así se plantó Pérez Mota en Las Ventas para lidiar una corrida de Partido de Resina que engañó en el arranque, cuando el primero le derramó calidad y entrega a un José María Lázaro que vino preparado para la guerra. Fue el único que embistió de un encierro que terminó mentiroso. Entre medias, el gaditano se hundió en la arena y lanzó trapo como si las embestidas que citaba fueran las mejores del mundo, le tragó al orientado segundo y le dio profundidad al informal quinto para que el tendido se pusiera de parte del toro porque era gris. Tan gris como lo fueron cuatro de sus cinco hermanos. Dos de ellos ni ponerse dejaron a Rubén Pinar.

A la puerta de chiqueros se fue Lázaro a recibir la embestida corta y desentendida del primero, cárdeno geniudo y de acusado brío que derribó al penco sin fijeza. Suavidad tuvo el quite de Pérez Mota a la verónica. De almibarada embestida fue el animal, que planeó desde el principio con más clase que empuje, casi a la mexicana la muleta de Lázaro, con más desmayo que temple y más intención de enseñar que de ejecutar. Sobresalió una serie de mano diestra sobre un conjunto de tandas cortas sin terminar de confiarse con el enclasado cárdeno. Una estocada precedió al silencio.

Desentendido salió el segundo, que se llevó una ovación por la presencia antes de salir suelto del caballo y de no querer saber nada de percales. A regañadientes y al relance hubo que meterlo bajo el peto. Por dentro se vino en banderillas, augurando poco bueno. Tanto que no le dio más opciones a Pérez Mota que un inicio reponiendo, una serie robada con la mano diestra y el final en el corbatín y una apuesta de echársela como si fuera bueno a la alimaña buscona y sin virtudes que supo siempre lo que había delante. Lo mató con dignidad y escuchó silencio.

Con cadencia y con movilidad se llevó hacia adelante el tercero las dos astifinas puntas con que le humilló en el capote a un solvente Pinar. Tuvo fijeza en el penco dejándose pegar sin gran empuje. Apretó en banderillas el toro crudo, con más genio que bravura, que le embistió dos series a un decidido Pinar y se rajó a la tercera, cuando la mínima exigencia en el trapo le dolió en el lomo. A partir de ahí, la porfía firme de un Pinar que intentó mantener al animal en la muleta y hasta le robó naturales sueltos a la huida del manso sin que rompiera el trasteo. Pinchó, además, y escuchó silencio. 

Ovacionado fue el serio cuarto de salida, y luego le tomó por abajo el capote a Lázaro con sería amenaza de remontar la falta de mando si se producía. En la puerta y al relance tomó la primera vara, durmiéndose en el peto. Protestado fue el toro por perder las manos en varias ocasiones. Y no era de confiarse la embestida corta y siempre hacia adentro, pero tampoco le asentó el talón Lázaro a un animal de fácil freno y reposición constante al que terminó macheteando y quitándoselo de en medio de pinchazo y estocada.
Le apostó Pérez Mota a la verónica al quinto, estrecho de sienes e impecable de presencia, ovacionado de salida y de empuje con los riñones en el penco de turno. Largo lo puso el gaditano en el segundo encuentro para que volviese ancas hacia tablas. Sí acudió sin gran afán la segunda vez, con una ovación a la llegada al peto bastante vulgarona. Muy informal fue luego en la muleta, que manejó Pérez Mota con muchísima torería en el inicio de trincherillas. Se la echó muy adelante el gaditano al animal, que embistió dos veces bien y quiso quitarle los machos a la tercera. Volaron profundos los naturales mientras quiso tomarlos el animal, y fulminante fue la estocada con la plaza de parte de un toro de medio pelo con el que saludó una ovación. Así de injusta es Madrid, que premia muchas veces la mediocridad sin ver la excelencia ni el mérito de un tío apostando sin cartas.

Supo matarle Pinar el genio encendido al sexto largándole trapo por abajo a la arrancada corta, al frenazo seco y a la falta de entrega al embestir. Le buscó las patas al penco el animal con su aparatosa y aplaudida cuerna, que salió de naja en el caballo en cuanto supo una vez lo que era el hierro. En la muleta fue un mulo agarrado al suelo que nunca quiso embestir y las dos veces que lo hizo fue dedescargando la escopeta en los finales. Pinar optó por abreviar con mucho acierto.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Corrida de toros del ciclo de Encastes minoritarios. Seis toros de Partido de Resina, impecables de presencia: enclasado y gateador el buen primero con el fuelle justo, reservón, medidor y orientado el segundo, deslucido y rajado el tercero, informal y a menos el quinto, manso, reponedor y sin entrega el cuarto, renuente y agarrado al suelo el sexto.

José María Lázaro (sangre de toro y oro): silencio y silencio.
Pérez Mota (fucsia y oro): silencio y ovación con saludos.
Rubén Pinar (blanco y oro): silencio y silencio.


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