Triunfo de Ventura en la despedida de Perlaza, que cortó una oreja como El Cid
Tarde de emociones en Manizales.
Tarde de sensaciones encontradas, de triunfo y despedida. Y felicidad
en el público, que vio la primera puerta grande de la feria: Diego
Ventura fue el encargado de estrenarla con la mejor corrida de lo que va
de ciclo. Dosgutiérrez lidió un encierro que, sin ser un dechado de
bravura, lució nobleza, ritmo y calidades para cuajar faenas, aunque
algunos se apagaran.
El primero en tocar pelo fue El Cid. "¡Torerazo!",
le gritaba el rebosante público mientras paseaba la oreja del boyante
tercero. Manuel Jesús, que le había endilgado un par de verónicas con su
aquel, se plantó en los medios para comenzar la faena. Muy templado,
con la inteligencia de no atosigarlo para que no se viniera abajo, dejó
un par de series llenas de clasicismo y desmayo. A partir de ahí faltó
asentamiento, pero hilvanó muletazos vitoreados, bordó dos de pecho con
hondura y una trincherilla, además del guiño del desdén mirando a los
tendidos y el desplante a cuerpo limpio. No le falló la tizona: contundente espadazo y oreja por mayoría absoluta.
Maravilló en el saludo al sexto. Fabuloso este Cid
capotero, pleno de sentimiento y hondura. En la primera serie zurda se
reencontró con su mejor izquierda, con esa que enamoró tantas veces y
ayer volvió a cautivar. Lástima que hubiese demasiado movimiento, aunque
el público estuvo muy entregado con una figura a la que adora. Los
bajonazos le privaron de la salida a hombros.
Este honor solo lo cosechó Diego Ventura,
que enceló magistralmente al huidizo primero con la banderola, aunque
sobró ese tercer rejón de castigo. Como sobraron los abusos de bocados
de "Morante" y su desatino en banderillas. Eso sí, el toreo a dos
pistas, a lomos de Oro, fue extraordinario, con unas trincheras por
dentro y un temple de auténtica muleta. El par a dos manos y las cortas
precedieron a la hora final. Todo fue a menos y la petición se frenó.
Imposible pararla en el cuarto, a modo de esas balineras
que se habían precipitado por la mañana del barrio de Chipre a La
Francia. Actuación de alto voltaje, un cóctel de ortodoxia y heterodoxia
con un estupendo toro de Dosgutiérrez, "Chullo" de nombre. Muchos pies
de salida y mucho ritmo de Ventura sobre "Cigarrera". Ahora sí acertó
con los palos a lomos de "Órdoñez" y volvió a enloquecer montando a su
caballo dorado. Las cortas al violín, el par a dos manos y la
conferencia telefónica sembraron la locura. No importó el pinchazo: doble trofeo para el caballero y vuelta al ruedo para el toro.
Paco Perlaza, en su adiós a los ruedos, buscó el triunfo
ante la afición de Colombia. Salió con mucha decisión desde su lucido
manejo del capote con las manos bajas. Vio opciones al toro y brindó al
público. A lo César (Rincón) principió faena, ofreciendo distancia y con
el compás abierto. Trepidante inicio, pero aquello no se mantuvo. El de Cali lo intentó deseoso pero demasiado al hilo con un rival que cantó su mansa gallina, se movía pero también se revolvía.
Emociones contenidas en el que en principio era el último
toro de su carrera. Quiso el destino que fuese un sobrero tras
lesionarse el titular. ¡Y cómo fue el remiendo! Sensacional "Mañico",
número 154, de 474 kilos.
Y sensacional Perlaza a la verónica. Todo
corazón la faena, con oficio y profesionalidad. Muy despatarrado, con la
mano en la chaquetilla, ofreciendo aquello que bombeaba recuerdos de
una carrera con alternativa en Calanda, cimentó la lucida labor a
derechas. Descalzo, desnudo de sentimientos ya.
El toro no podía ser mejor para el final, incluso algunos pidieron un
desproporcionado indulto. No se subió al carro del populismo y agarró
con seriedad la espada. Lástima que no se hundiese un poquito más: oreja
al caleño y vuelta al ruedo para "Mañico". Antes de irse clavó la
mirada en el cielo, se arrodilló y besó la arena. Su padre, el hombre de
piel tostada y cabello espuma de mar al que había brindado faena,
observaba la escena emocionado. "Vamos a despedirnos con grandeza..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario