viernes, 6 de febrero de 2015

Toros Medalla de Bellas Artes para el torero revolucionario que dijo a su hermana: «O te compro una casa o te visto de luto»

Días después de que el ganadero de lidia Victorino Martín recibiera de manos de los Reyes la Medalla de Oro a las Bellas Artes, otra personalidad del toro acaba de ser distinguida con tan significativo galardón. Su nombre: Manuel Benítez, El Cordobés en los carteles, el torero que revolucionó las masas en la década de los sesenta, tanto que el pueblo empeñaba hasta el colchón por ir a verlo.
El Cordobés comparte premio con Manolo Sanlúcar, Rafael Sánchez Ferlosio y Alaska, entre otros. El texto del decreto dice estas líneas sobre Manuel Benítez: «Es un torero español de origen humilde, que se sitúa como uno de los más afamados representantes de la tauromaquia internacional y es considerado uno de los iconos de la década de 1960. Poco ortodoxo, exaltó siempre en su estilo la inmovilidad ante el toro y como matador causó siempre emoción y controversia. El 29 de octubre de 2002 fue proclamado quinto 'Califa del Toreo' por el Ayuntamiento de Córdoba, título compartido con Rafael Molina Lagartijo, Rafael Guerra Guerrita, Rafael González Machaquito y Manolete».

Y sigue: «Vistió por primera vez de luces el 15 de agosto de 1959 en Talavera de la Reina (Toledo). El 27 de agosto de 1960 debutó en Palma del Río con caballos y la ganadería de Juan Pedro Domecq y Díez, cortando cuatro orejas y un rabo. Toreó 203 veces como novillero desde 1960 a 1963 antes de tomar la alternativa ese último año, el 25 de mayo, en Córdoba, siendo su padrino el diestro Antonio Bienvenida y saliendo en hombros esa misma tarde al obtener dos orejas en el festejo. Reaparece en 2000 y tras dos corridas vuelve a anunciar su retiro, si bien regresa a los ruedos en diversas corridas y festivales».

De espontáneo a figura

Un año después del doctorado, al que hace referencia el anterior escrito, el fenómeno que representaría la época de los Beatles y el Seiscientos paralizó España entera ante el televisor en su confirmación de alternativa en Las Ventas, completamente abarrotada de partidarios y también algunos detractores. Ocurrió el 20 de mayo de 1964 y era su presentación en la capital, pues no había actuado de novillero.

Huérfano y con una ardua infancia, no le resultó sencillo figurar en la primera plaza del mundo. Pisó su ruedo por primera vez en 1957, cuando saltó de espontáneo en una época en la que trabajaba de albañil en Madrid. El rubio de Palma del Río se compró un traje a plazos y se tiró a la arena. «Un toro de Escudero Calvo me pegó un revolcón y, para colmo, me metieron en la cárcel», explicaba en una entrevista con ABC.
Pero El Cordobés quería torear y hacerse figura para sacar de la miseria a su familia. Por eso llegó a por todas la tarde de su confirmación, en busca de la salida a hombros. Tocó la cornada y la puerta de la enfermería y aquella imagen, plasmada en la portada de ABC, dio la vuelta al planeta. El lema de Dominique Lapierre cobró fuerza: «O llevarás luto por mí». Así se lo dijo a su hermana, en ese afán de sacar a su familia de la pobreza: «O la compraba una casa o la vestía de luto».

Campaña propagandística

Su carrera despegó como un boing. A su reclamo las plazas se abarrotaban, la gente no paraba de hablar de El Cordobés, con una campaña propagandística desconocida hasta entonces en el mundo del toro. De la mano de El Pipo, otrora vendedor de maricos, aprendió a morir cada tarde y desató pasiones dentro y fuera del ruedo.

Cómo sería su tirón que se convirtió en el primer matador en cobrar un millón de pesetas, «el famoso kilo» de El Cordobés. Lo desembolsó don Diodoro Canorea, empresario de la Maestranza. 

Hoy, el V Califa del Toreo, que hasta se atrevió a torear con 77 años en un festival en el que entusiasmó, es Medalla de Bellas Artes. Su nombre se suma al de otros toreros como El Viti, Curro Romero, Antonio Ordóñez, Joselito o Francisco Rivera Ordóñez.

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