Destacó el cuarto, al que Fandi cortó una oreja y fue premiado con la vuelta al ruedo; también el quinto tuvo bravura y Castella le formó un monumental lío. Firme Jiménez, que paseó oreja y oreja
MARCO A. HIERRO
Celebraba Ávila el Centenario de Santa Teresa con una Feria que reconocía a la afición de la ciudad, y seis toros de Carlos Charro esperaban en chiqueros a una terna de dispar concepto. En primer lugar paseaba El Fandi tras su incontestable triunfo de ayer en Hogueras; le seguía en suerte el máximo triunfador de San Isidro, Sebastián Castella; cerraba la terna el madrileño César Jiménez, la marca de la casa.
Más intención que poder tenía el primero de Carlos Charro en el capote de Fandi, en un viaje corto que obligaba a rectificar la posición. Muy solvente Fandi en banderillas, clavando cuatro pares con mucha facilidad. Le empujó muy bien David el viaje en el inicio, dejando llegar mucho al animal a la muleta y apuntalando la escasez de fuelle con el trazo medido y suave. Fue por el pitón izquierdo por donde dio el toro su dimensión, aunque con más intención que poder, y aprovechó Fandi la tremenda calidad para torear muy despacio, con gusto y con la exigencia suficiente para que no decayese la faena. Templado el final a diestras, lo mató de una estocada corta y paseó una oreja.
Musculado y con cuajó para Ávila salió el segundo, que llegaba dormido y a regañadientes al capote de Castella, que le aprovechó la humillada calidad para mecerlo muy despacio en un gran saludo. Prolongó las verónicas en el quite, templado y sentido. Vertical y estático en el inicio, dejó chocar Castella al noble toro para fomentarse el celo, le muñequeó los viajes y siempre lo esperó colocado en la repetición. Sutil y preciso el francés en ñas toques de mano diestra, supo acoplarse al ritmo cambiante hasta apoderarse de la escena y de la acción con templada facilidad. Le metió el vuelo en el morro al natural para dibujar con despaciosa parsimonia, sin ligar, buscando más el toreo que él tendido. Justo el toro en la raza, amagó rajarse en el final mientras Castella lo sujetaba en el trapo. Pinchó en varias ocasiones y el premio quedó en ovación tras aviso.
El tercero se aburrió de embestir en el buen saludo a la verónica de César Jiménez y se frenó en seco, abortando el remate. Muy medido en el jaco, llegó a la muleta díscolo y asperete, al que tuvo que imponerse César con paciencia y con autoridad. Llegó a media altura, dejó un tornillazo en los embroques y no quiso entregarse nunca, haciendo estériles los ataques del madrileño para alargar los naturales, siempre muy provocados. Mucho mérito el de César para porfiar con bien y andar por encima del deslucido animal. Lo despenó de una estocada y paseó una oreja.
Con larga cambiada en el tercio recibió Fandi la movilidad del tercero, al que galleó mejor por chicuelinas para colocarlo al caballo, donde perdió las manos el feble animal. Por chicuelinas fue también el quite, antes de firmar un vibrante tercio de banderillas que encandiló a los tendidos. De rodillas en el tercio comenzó la labor a un animal que cruzó la vista, pero obedeció luego al toque y terminó repitiendo con cierto afán en la franela de David. Perdió pasos el granadino con la izquierda y ofreció vuelo franco para ponerlo en ritmo en una labor eminentemente técnica. Pero fue por el pitón derecho por donde llegó más fluido y conexo el trasteo, más evidente, pero también más liviano. Buscó el calor del tendido de sol en los molinetes del final y en su clásico desplante de rodillas en la cara para adornar el final. Pero pinchó en primera instancia y el premio quedó en una oreja tras aviso, con vuelta al ruedo para el toro.
Cuajó y trapío tenía el quinto, y brío para repetir las embestidas en las verónicas de un Castella muy seguro, rebrincando los embroques por el pitón izquierdo y deslizándose con calidad por el derecho. Peleó a media altura el animal en el penco y humilló después en las verónicas del quite del galo. Seguro en el toque y con mucha quietud en el inicio por estatuarios, arrancó Castella la cerrada ovación para abrir boca. Importante la embestida del animal, entregado, humillado y profundo, con transmisión y chispa para que luciese mucho más el concepto de vertical quietud del francés. Preciso el francés en toques y tiempos entre cites cuando vio que se apagaba el animal, trazó muy despacio al natural, pero fue a diestras por donde llegó la comunicación con el tendido, con temple en el trazo y suavidad en el concepto, buscando siempre el martinete para rematar por el mismo pitón. Lo reventó de una estocada y el doble trofeo fue a parar a su esportón.
El sexto fue el toro más feo de la corrida, frentudo, abierto de palas y descarado. Tuvo que caminaremos para atrás César Jiménez antes de soplarle seis verónicas y media con regusto. Apenas un picotazo recibió el animal en el penco y se distrajo con facilidad en banderillas. Saludó Manolo Zamorano tras dos sensacionales pares de banderillas, y en los medios comenzó César la faena con el toro bravucón pidiendo guerra, afligido tras la exigencia del poderoso inicio a diestras. Siempre al ataque el madrileño, siempre templando el trazo ante la embestida a media altura y áspera del de Carlos Charro, intentando proponer el toreo ante la deslucida arrancada. Tuvo exposición el toreo al natural a pies juntos, más de lo que merecía un animal de silencio con el que buscaba César la puerta grande. Mató de estocada desprendida y cortó la oreja que lo sacaba en hombros.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Ávila. Segunda de la Feria del Centenario de Santa Teresa. Corrida de toros.
Seis toros de Carlos Charro.
David Fandila "El Fandi”, oreja y oreja.
Sebastián Castella, ovación y dos orejas.
César Jiménez, oreja y oreja.
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