Se lidian toros de Lagunajanda para López Chaves, Víctor Janeiro y Julio Parejo, que confirma su alternativa
MARCO A. HIERRO
Confirmaba Julio Parejo su alternativa en la penúltima corrida del mes de agosto en Las Ventas, un festejo que llevaba el hierro de los toros de Lagunajanda. Acompañaban al confirmante Domingo López Chaves tras varias temporadas sin aparecer por la calle de Alcalá al igual que el gaditano Víctor Janeiro.
Embistió recto y sin fijeza el primero, que se fue como un obús, muy bruto, al caballo para partirse un pitón de cuajo por la cepa y volver por donde había salido. Corrió turno para que saliera el previsto como sexto, de Lagunajanda, que adoleció de fuerza en el saludo animoso del confirmante Parejo y fue muy protestado en el caballo por blando. Pero fue noble en la muleta, embistió sin gran clase pero obedeció pronto, pasó siempre hasta el final y fue docilón antemano Parejo que lo pasó despachando embestidas con voluntad pero sin demasiado brillo. Quiso meterse entre pitones cuando se le acabó el gas al animal y lo despenó de una estocada sin más historia. Ovación.
Claudicó el feble segundo después de un puyazo derribando y volvió a desplomarse tras el segundo para volver a corrales. También López Chaves corrió turno para que saliera el cuarto de Lagunajanda, toro bien hecho que embistió con violencia y por dentro en el percal del charro. Hasta se revolvió, desentendido, para desarmar al torero con fea saña. Se fue al relanza al penco y allí se agarró sensacional Javier González con él. Y fue de pasar un rato con él. Vino siempre por dentro, repuso desde el embroque y no sirvió ni para pelearse con él por lo zorrón de su comportamiento. Anduvo Chaves con oficio, con firmeza y con saber estar en una plaza como la de Madrid, pero no tuvo opción ni de pegarle uno por ningún pitón. Desprendida cayó la estocada tras un pinchazo para escuchar silencio.
Con voluntad y disposición se fue Janeiro a lancear al tercero, que le echó las manos por delante y se rebrincó sin fuerza en el capote. A la puerta se fue a tomar el primer puyazo en la paletilla y claudicó después del segundo, levantando las protestas. No caminó el de Lagunajanda en la muleta de Janeiro, al que le molestó el viento, la tarde y el toro. Quiso mucho el gaditano, pero no sacó el oficio, la apostura y las condiciones para venir con garantías a Madrid. Precavido, por fuera y sin encaje, solo en algunos pasajes se enrazó Víctor para sacarle la muleta por debajo de la pala, con más disposición que brillo. Madrid no es un pueblo. La estocada, fulminante, fue lo mejor de la faena. Ovación.
Descompuestas y en línea recta fueron las embestidas desentendidas del feo sobrero del Conde de la Maza que salió cuarto, que se fue a topar a cabezazos en el caballo de Óscar Bernal, derribando en el primer encuentro y agarrándose en gran vara el picador en el segundo. Logró imponerse en tres tandas Chaves a la embestida gazapona, defensiva y nada franca, y lo metió en la diestra con poder para que ya no fuera nadie el de el Conde. Con firmeza y aplomo se la echó con la zurda, pero aquello llegó menos por la falta de gracia del animal. Fue a diestras donde le amarró Domingo el belfo al piso y se hizo con la voluntad de un toro exigente al que se impuso el menudo charro en una meritoria actuación de torero veterano y capaz. Y no era fácil. Pinchó varias veces, sonó un aviso y con una ovación se fue el bravo Chaves.
De muy buena hechura era el quinto, castaño, largo y armónico dentro del trapío de Madrid. Y se le cuidó en el caballo la fuerza que no le sobraba a la buena condición. Quiso Janeiro echársela pronto a la zurda, antes de imponerse al animal, y con feos gatillazos le deslució el toro los finales a las series enrazadas, muy molestado por el insistente viento. Protestón el animal a diestras, tomó precauciones Janeiro para enlazar las tandas hasta que llegó una por abajo que tuvo gobierno y voluntad por ambas partes. Abajo y firme la pedía el de Lagunajanda, pero no siempre se la ofrecieron así. Una estocada corta bastó para saludar una ovación.
De El Risco era el sobrero que salió sexto, serio y largo, vareado para que le cupiera cien kilos más y con buen aire en las telas, pero con tendencia a defenderse tras el embroque por carecer de poder. No le cogió nunca el temple Parejo, y por eso se le fue por el suelo, al perder el objeto en el morro. Cierto que no podía con el alma, pero también que demandó suavidad y pulso que no le supo dar el animoso extremeño. Mal con la espada, escuchó silencio tras aviso.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Corrida de toros estival. Un cuarto de entrada.
Cinco toros de Lagunajanda y uno, el sexto, como sobrero de El Risco, noblón, pronto y con fijeza sin clase el primero, zorrón y vencido, sin fijeza ni entrega el segundo, obediente y noble sin fuerza el tercero, exigente pero obediente a los toques el áspero cuarto, exigente pero con fondo el castaño quinto, de buena y fija condición sin fuerza el sexto.
Domingo López Chaves, de malva y oro, silencio y ovación.
Víctor Janeiro, de grana y oro, ovación y ovación.
Julio Parejo, que confirma alternativa, de blanco y oro, ovación y silencio tras aviso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario