El valenciano Jesús Chover, en su sexta temporada con caballos, no tiene fortuna. En el primero, lucha con el novillo y con las ráfagas de aire. (Recuerdo a Lorca: «El viento, que nunca duerme... El viento furioso muerde»). Muestra voluntad y cierto oficio pero escaso brillo, prolonga la faena y al final pasa apuros. En el cuarto, con pitones y mucha movilidad, se entrega del todo pero no se acopla.
El castellonense Varea llega en triunfo de su tierra. Tiene personalidad y clase. En el segundo, descompuesto, logra excelentes verónicas y buenos muletazos sueltos. La espada sigue siendo su punto flaco. El quinto es un manso claro, que espera en banderillas (valiente Valladar, al sesgo) y barbea tablas. Con el peor lote, ha mostrado sus condiciones.
Andy Younes, de Arles, con 18 años y cara de niño, debutó con picadores hace menos de un año. No le pesa la responsabilidad, aprovecha el mejor lote. El tercero es mansito pero noble. Andy muestra su lógica bisoñez al mezclar estilos: mejor con la muleta que con el capote (apenas saca los brazos), enlaza cuatro cambiados, torea vertical y agachado, se gana al público. Mata con salto: oreja. El sexto flojea pero va bien. Lo recibe de rodillas en el centro, logra naturales suaves, con valor: nueva oreja y salida en hombros. Desde esta tarde, su nombre –no muy taurino, la verdad– les suena ya a los aficionados españoles. Es muy bueno, para todos, que surjan nuevos toreros interesantes en Francia.
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