Convencido por su esposa, Patricio Gordon fue a una corrida de toros. "Las imaginaba como un acto diabólico y tormentoso. Son todo lo contrario"
Ahora es un fanático de la Tauromaquia: ha convertido su casa de Los Ángeles en un museo taurino y enseña a torear a su hijo de 2 años
Patricio Gordon junto a su pareja Gina Márquez en la Monumental de Barcelona.
Cuando su pareja le planteó ir a una corrida de toros, su respuesta fue tajante. "No, gracias. Para ver tortura mejor me compro una película de horror". Pero Gina Márquez, estadounidense de ascendencia mexicana y gran aficionada a los toros, no cejó en su empeño y le invitó a no definir como "tortura" un espectáculo que jamás había visto y del que no sabía apenas nada. Eso hizo pensar a Patricio Gordon, inversor, antitaurino entonces, que decidió aceptar la propuesta de su chica de ir a la plaza para tener así una opinión fundada sobre su crítica a la Tauromaquia.
"Acepté para comprobar lo malas que eran las corridas. Siempre las imaginé como un acto diabólico y tormentoso. Me mostré en contra de ellas intentando defenderme ante el supuesto abuso animal y hasta agrediendo verbalmente a los toreros y aficionados", dice. Pero un domingo de agosto en Barcelona, hace ya una década, su vida cambió por completo en el tendido de un coso. "Desde que salió el primer toro al ruedo vi un gran ambiente y no me sentí afectado en lo más mínimo, más aún al descubrir que es un animal al cual lo respetan, admiran y hasta en algunos casos, más que al mismo torero", confiesa Gordon, que relata así su experiencia de aquella primera vez en la plaza.
"Noté en los aficionados mucho interés por el estado físico y mental de los toros, casi protegiéndolo además de admirarlo. Es algo que nunca olvidaré ya que cuando era antitaurino me imaginaba todo lo contrario, que antes de salir al ruedo los golpeaban, los dejaban en cuartos oscuros, no los alimentaban, los lastimaban y otra serie de maldades para que los toros salieran débiles al ruedo. Pero te das cuenta que vivías en un mundo dominado por la ignorancia y que gran parte de lo que se dice en internet es mentira. Es una bola se hace grande a través de un boca a boca interesado".
Ese día comenzó su conversión hacia el toreo, fundada después en muchas actividades más. Comprobó en los corrales el cuidado del toro en la previa de una corrida, visitó el campo para descubrir la cuidadosa cría de bravo, el mimo con el que se trata al animal y la conservación del ecosistema que ello conlleva. Abrió los ojos. "Todo lo que yo pensaba como antitaurino era una simple fantasía creada por los medios mal informados, la gente ignorante y otras personas que posiblemente tengan algún otro tipo de interés...". Y es que desde entonces duda del fondo de los colectivos contra el toreo. "No creo que lo hagan motu proprio. Tendrán alguna subvención o alguna ganancia, supongo".
Gordon es argentino al igual que Leonardo Anselmi, portavoz de 'Prou!' e impulsor de la ILP que acabó por derrumbar las corridas de toros en Cataluña. "Nunca he hablado con él. Sé quien es, sé lo que hace y no me puedo creer que como emigrante haya podido convencer a Cataluña y hacer eso. Debe tener buena labia porque ha logrado convencer a mucha gente. O quizá la gente fue también muy ignorante. Fue valiente porque se atrevió a hacer lo que hizo sin conocer de que hablaba, pero debió informarse antes", dice, y critica la cerrazón del su antiguo colectivo.
"He intentado conversar con ellos, les he dicho que yo soy en ejemplo de un antitaurino que un día abrió su mente, investigó y se dio cuenta que aquello que odiaba es muy distinto a lo que en realidad creía. Fue imposible, suele ser gente muy cerrada. Hay animalistas con los que es difícil hablar de esto y razonar. No se dan cuenta que los aficionados somos los primeros amantes de los animales. Tampoco quiero convencerlos de que los toros pasen a ser de su agrado. Sólo busco su respeto".
Desde su 'transformación', el toreo forma parte de la vida de Patricio Gordon: viaja con su familia cada año a España a presenciar en directo las principales ferias; ha transformado su casa de Los Ángeles, donde reside, en un auténtico museo taurino donde predominan los carteles, las banderillas, los capotes y las muletas; ha escrito un libro en el que razona los motivos por los que ser aficionado; y hasta enseña a torear su hijo, de poco más de dos años, y que ya conoce los principales templos de este arte. "Es un orgullo para mí inculcarle la Fiesta Brava a mi hijo ya que la Tauromaquia es un hermoso estilo de vida", sentencia.
De sus viajes por España guarda recuerdos imborrables como las entradas de cada festejo al que acude o fotografías con su esposa en La Monumental de Barcelona y en la Real Maestranza. Además también ha podido ver de cerca a sus ídolos, en especial a Morante de la Puebla. "Es como de otra galaxia, es el Messi del toreo", dice.
No hay comentarios:
Publicar un comentario