Se ha convertido en el líder en una campaña que finalizó con la despedida de Padilla y la sorprendente retirada de Talavante
Andrés Roca Rey, en las últimas Fallas de Valencia - Efe
Andrés Amorós Madrid
En la temporada taurina que ahora concluye, los aficionados han vivido fuertes emociones. Más allá de las grandes faenas, que permanecen en nuestro recuerdo, ha habido otras muchas cosas: el «fenómeno» Roca Rey, que ha supuesto un nuevo aliciente, sobre todo para el público más joven; los toros indultados; las polémicas; los percances; los nuevos sistemas de programar carteles; las revelaciones de toreros…
Roca Rey ha arrasado porque reúne capacidad, valor sereno, buena cabeza, ambición y novedad. Jugando con el corrido que le cantaron los mozos de Pamplona, ABC tituló: «Andrés Roca quiere ser el Rey». Ya ha empezado a serlo.
El caso de Ponce es único: después de tantos años, sigue depurando su estética y dando lecciones de buen toreo, en casi todas las Ferias. El duelo de Ponce, el maestro veterano, con Roca Rey, el joven aspirante, ha dado lugar a momentos cumbres.
Cuando cumple veinte años como matador, El Juli logró una comunión rotunda con el público sevillano, en la Feria de Abril; en cambio, su apuesta final, con seis toros, en El Pilar, quedó a medias.
Muy irregular ha sido la temporada de Morante, limitada a escasas actuaciones, fuera de las grandes Ferias (con el pretexto de negarse a la televisión). Ha alternado los triunfos y las broncas. Para la próxima temporada, su unión con Matilla le garantiza continuar a su aire.
No vivió Manzanares su mejor temporada, aunque hizo alguna gran faena en Sevilla.
Aunque ha toreado muy poco, el riojano Diego Urdiales ha dado, al final, dos grandes aldabonazos, saliendo a hombros en Bilbao y Las Ventas, donde enamoró al público, sin salirse de su línea clásica.
Se ha reinventado como un gran lidiador clásico Antonio Ferrera.
Se han revelado nuevos diestros. Entre los jóvenes, Álvaro Lorenzo abrió la Puerta Grande de Las Ventas y Pablo Aguado lució su buen estilo en Sevilla y Madrid. Durante años se ha forjado Emilio de Justo, rotundo triunfador en la Feria de Otoño, en una tarde muy especial, pues reaparecía después de una cornada y acababa de perder a su padre. El veterano Octavio Chacón ha sorprendido por su excelente oficio, en las corridas duras.
Dos despedidas
Al final, han sido noticia dos despedidas: la prevista, de Padilla, y la inesperada, de Talavante. (A ellas se une la del valiente Alberto Aguilar y el anuncio de que la próxima será la última temporada en activo de El Cid).Padilla ha completado felizmente su ciclo. Después de la gravísima cornada de hace siete años, en la que perdió un ojo, parecía imposible que volviera a torear. No sólo lo logró sino que, al entrar en mejores carteles, con reses menos duras, alcanzó nuevas cotas: encabezó el escalafón, indultó un toro en México, logro abrir la Puerta del Príncipe. Este año, sufrió un nuevo percance, en Arévalo, con arrancamiento del cuero cabelludo, que le obligó a usar un negro pañuelo pirata, pero ha recibido el cariño de todos los públicos, con tardes tan inolvidables como la de Pamplona y la despedida definitiva, en El Pilar.
Lo de Talavante es otra historia. Sus cualidades taurinas son evidentes; su irregularidad, también. Triunfó en San Isidro pero sus nuevas exigencias no fueron aceptadas por los empresarios porque no correspondían a su tirón, en la taquilla: toreó menos de lo que esperaba y rompió con su apoderado.
En un esfuerzo por enderezar su rumbo, aceptó torear dos tardes en la Feria de Otoño, sometiéndose al azar del sorteo, pero la apuesta no resultó bien, salió tocado. En Zaragoza, la tarde de la despedida de Padilla, sorprendió anunciando, por las redes sociales, que dejaba los ruedos, por tiempo indefinido. Espero que sea un paréntesis, para aclarar sus ideas y reorganizar su carrera.
Dentro de los novilleros, ha destacado el madrileño Francisco de Manuel, por su entrega y variedad.
Por desgracia, el coste de organizar novilladas es un freno importante para que los jóvenes puedan foguearse.
En el rejoneo, ha arrasado Diego Ventura: en San Isidro, cortó un rabo (el primero, desde Palomo Linares, en 1972); en la Feria de Otoño, lidió con éxito seis toros. Son dos hitos históricos para el rejoneo. Por desgracia, sigue negándose a rivalizar con él, en las grandes Ferias, Pablo Hermoso, que suele actuar con su hijo Guillermo y la gentil Lea Vicéns. Despedimos a don Ángel Peralta, maestro del toreo a caballo.
Ganaderías más encastadas
En el grupo de las ganaderías más encastadas, han triunfado Torrestrella, Fuente Ymbro, Alcurrucén y Victorino Martín; en las más comerciales», Garcigrande, Núñez del Cuvillo y Montalvo.Ha habido muchos percances; el más grave, en Albacete, el de Paco Ureña, que parece va a perder la visión de un ojo.
Recordaremos este año por el invento del «bombo», para confeccionar los carteles de la Feria de Otoño. Aunque a las figuras no les agrade, Simón Casas se apuntó un buen tanto. Ha anunciado que también lo usará –suavizado por tres grupos distintos de diestros y toros– en San Isidro. Veremos…
La Fiesta refleja también los vaivenes de la política española. Podemos ha lanzado la absurda idea de un referéndum sobre los toros. El Tribunal Constitucional sigue sin resolver el recurso contra la disparatada corrida «a la balear». El empresario de Barcelona continúa sin atreverse a organizar ningún festejo –aunque es totalmente legal– ni a ceder su Plaza, para que otros lo hagan. En Valladolid, comenzó a interpretarse, en el paseíllo, el Himno Nacional: una iniciativa acogida clamorosamente por los espectadores, como reacción a los actuales ataques a la unidad de España.
Tanto Don Felipe como Don Juan Carlos han continuado acudiendo a algunas corridas, como muestra clara de su apoyo a la indiscutible Fiesta Nacional.
Acaba de tener lugar el II Congreso Internacional de Tauromaquia, organizado por el Ministerio de Cultura y el Gobierno de Murcia. Como allí se ha recordado, la legislación vigente obliga a proteger y difundir la Tauromaquia, como parte de nuestro riquísimo patrimonio cultural. No puede prohibirse ni imponerse. No está unida a ningún partido político ni a ninguna ideología, personal o colectiva. Pertenece al pueblo español.
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