El novillero toledano llega a Madrid con sólo seis novilladas en su haber aunque con una gran preparación en el campo
Gaonera de Olmos a un novillo con volumen
Ignacio Olmos se enfrenta con 22 años al precipicio que separa el olvido de la gloria. Llegar significará triunfar, quedarse a medio camino no le vale: "Necesito un triunfo importante, mi carrera tiene que despegar ya". Aunque su mensaje puede parecer desesperado, habla con las ganas del que llega al examen con los deberes hechos: "Afronto la tarde con responsabilidad, todos los entrenamientos han ido destinados a ella".
En su haber tan solo seis novilladas picadas. Ahora, Madrid. Ese es el drama al que se enfrentan los novilleros. Lo lógico, lo de otros tiempos, era torear primero en los pueblos para llegar rodado a Madrid y no al revés. Aparecen en la plaza más importante del mundo sin bagaje alguno. Al menos, la preparación contrarrestará esa escasa experiencia en público: "He tenido la oportunidad de hacer muchos tentaderos. Me ha ayudado Juan Moreno 'El Trebu', un aficionado que quiso ser torero y de forma desinteresada está dando la cara por mí".
Cada año, al llegar el invierno, Olmos dejaba a un lado la preparación para recoger aceitunas como un operario más en el campo. Cada céntimo logrado con su sudor ha ido a parar en el toreo: trastos, gasolina para ir al campo, alguna vaca vieja. Este año, por primera vez desde que está dedicado en cuerpo y alma al toreo, decidió ir a México de la mano de Paco Camino Gaona, el hijo mexicano del maestro. No pudo torear ninguna novillada como esperaba pero hizo bastantes tentaderos: "No fue fácil estar lejos de casa pero a nivel personal fue muy importante. Conocí una embestida distinta, aprendí a torear más despacio".
Atiende a esta llamada camino de Salamanca donde va a tener el primer contacto con la ganadería del domingo, Julio García. Debutará también Kevin de Luis y regresa a Madrid Lagartijo tras dejar buena sensación en 2018 con la novillada de Montealto.
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