Pamplona rinde tributo la próxima semana al Pirata, el último gran héroe de los Sanfermines
Juan José Padilla, el pasado año en Pamplona - Efe
Rosario Pérez
No hay revés que Juan José Padilla no afronte con la máxima entereza. Sin una sola queja. Solo hay agradecimientos a Dios, a los médicos, a su familia y a toda la afición que lo ha coronado héroe. Por los siglos de los siglos en San Fermín: «Aquel es mi feudo y siento un cariño muy especial», cuenta el maestro a ABC.
En Pamplona le aguarda la misma habitación en la que se vestía, en el hotel Sancho Ramírez donde tantas tardes se enfundó el terno de los miedos y los sueños, para rendirle tributo por sus lazos de unión con la capital navarra. Lazos que van más allá de la sangre derramada, lazos de triunfos incontestables, de esos cánticos que aún resuenan: «Illa, illa, illa, Padilla maravilla».
«Me había comprometido a ir a ese homenaje, que tanto les agradezco, y a pasar unos días con mi familia, me gustaría mucho ir, pero ahora está en el aire tras la operación...» Juan José Padilla se refiere a la intervención a la que fue sometido el pasado lunes en Sevilla al «arrastrar molestias e inestabilidad». Según el parte médico del doctor Alberto García Perla, presentaba «un empeoramiento» por las secuelas que le dejó la gravísima cornada en el ojo sufrida en la Feria del Pilar de Zaragoza en 2011. En la mesa de operaciones, se le sustituyó la prótesis orbitaria izquierda por «signos de intolerancia» y «una cantopexia interna y externa del párpado izquierdo (un levantamiento), con fijación a tornillo de osteosínteis para anclaje», además de una «neurolisis y resección del neuroma traumático del nervio lingual».
A pesar de que evolución es favorable, Juan José Padilla visitó este viernes en Madrid a un neurocirujano en busca de un tratamiento para paliar los calambres en la lengua y el vértigo que sufre: «Ese malestar y esos vértigos me ocasionan pérdida de equilibrio, que derivan de un nervio» . Tras ser sometido a diversas pruebas, el próximo lunes volverá a la consulta del doctor García Perla para estudiar el tratamiento más acorde.
Pese a este contratiempo, el Ciclón de Jerez, ejemplo de valor y valores, nunca se rinde. Y confía en abrazar la próxima semana a la ciudad pamplonica: «Me siento muy feliz por la cercanía de la afición, de los amigos.... Estoy orgulloso de haber sembrado tanto en Pamplona». La ciudad que nunca duerme del 7 al 14 de julio sigue esperando al torero al que idolatran, un ejemplo de superación al que han admirado de norte a sur, el héroe que ha grabado a fuego un lema en todas las arenas: «El sufrimiento forma parte de la gloria». Glorias como las de San Fermín, con su parche en el ojo, bandera pirata y pañuelo de bucanero. Y al fondo el eco eterno del chupinazo más vitoreado: «Padilla, illa, illa...».
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