Un joven pamplonés convenció a sus amigos de la peña La Veleta para vestir con el atuendo blanco propio de su oficio a finales de los años 20

Juan Marquina es el joven rubio que mira a su derecha en la segunda fila inferior - LA VELETA-LA SAETA
Mónica Arrizabalaga
Todos los pamploneses y cuantos acuden a los Sanfermines en estos días cumplen con un arraigado ritual. Antes de sumergirse en la fiesta que hasta el 14 de julio toma Pamplona, se visten de arriba a abajo de blanco -más o menos inmaculado según los años y las correrías pasadas-, se atan a la cintura una faja colorada y se anudan al cuello el tradicional pañuelo rojo. Pocos saben, sin embargo, que esta costumbre que tiñe de blanco y rojo las calles de la capital navarra nació a finales de los años 20 del siglo pasado por iniciativa de un joven pamplonés llamado Juan Marquina.
Este pintor de brocha gorda «convenció a su cuadrilla» de amigos de la peña La Veleta para que utilizaran el atuendo blanco propio de su oficio durante los encierros, según explica el historiador Juan Rived, socio de la misma peña que años después se rebautizó como La Saeta.

No le debió de costar mucho a Marquina convencer a sus amigos, algunos de ellos pintores como él. Su nuera Ana María Rey Beaumont relató a Rived en 2015 que, además, su suegro «era un hombre particular», una persona «bromista» y con carisma, al que «le gustaba el trago, le gustaba cantar y salir de fiesta». Este pamplonés nacido el 20 de enero de 1912 era un sanferminero de tomo y lomo.
Rived encontró en los archivos de la peña una fotografía de Marquina y su cuadrilla, conocidos como «los 21». En ella se les ve vestidos de blanco, ante una pancarta de La Veleta fechada en 1931.
Marquina tenía entonces 19 años y la peña debía de llevar al menos un año constituida, ya que la primera constancia documental que Rived ha encontrado en el Archivo General de Navarra es de agosto de 1930.

El atuendo blanco de los socios de La Veleta se fue extendiendo poco a poco hasta que se popularizó a partir de los años 60. El entonces alcalde de Pamplona, Miguel Javier Urmeneta, promocionó su uso con la ayuda de las peñas. Rived constata además cómo «su extensión coincide en el tiempo con la irrupción de la lavadora en los hogares». La capacidad de lavar con facilidad y con lejía la ropa sanferminera tuvo mucho que ver, a su juicio.
El pañuelo rojo y San Fermín
«El blanco es el de La Veleta», subraya este historiador que, sin embargo, admite que el uso del pañuelo rojo es anterior y no solo distintivo de esta peña. Los mozos de El Bronce también llevaban pañuelos rojos. Rived ha encontrado un anuncio de una camisería publicado en vísperas de los Sanfermines de 1930 que reza: «¡Para los del Bronce! Pañuelos seda, encarnados, a 1,25» (pesetas).
Otra teoría sobre el origen del pañuelo rojo se remonta a 1599, año en el que una epidemia azotó la ciudad y dejó 279 muertos. Entre las medidas que adoptaron como remedio, un fraile franciscano instó a colocar en el pecho de los enfermos una estampa con una representación de las Cinco Llagas de Cristo y su corona de espinas. Debían llevarlas durante quince días y transcurrido ese tiempo celebrar una procesión para dejar las estampas en la iglesia de San Agustín. Las crónicas cuentan que así se hizo y milagrosamente la epidemia remitió. Algunos piensan que el pañuelo rojo recuerda el rojo de esas cinco llagas representadas en las estampas.
Y los hay que simplemente creen que el color rojo se eligió porque sirve para citar al toro bravo. ¡Quién sabe!
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